Orar con melodías

 

La música de Hildegard von Bingen

A mediados de la década de los 80, una mujer compositora se convirtió en la sensación de todas las ciudades cosmopólitas. Desde Berlín, hasta París, Madrid y New York, no hubo cena de los círculos artísticos,  intelectuales y de vanguardia donde su música no se escuchara sutilmente de fondo. Pero… Hildegard von Bingen, no era exactamente una innovación contemporánea.

Hildegard von Bingen

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Hildegard von Bingen nació hace más de 900 años en la baja Edad Media y la mayor parte de sus 80 y pico de años estuvo recluída en un obscuro monasterio en una apartada montaña de las tierras altas del Rhine. Esta notable mujer  dejó como legado un tesoro de manuscritos iluminados, escritos eruditos, fórmulas magistrales, poesías y canciones compuestas para que sus monjas cantaran en sus devociones.

Su música sublime, que es una afirmación de la vida, se visibilizó cuando un grupo de jóvenes profesionales, que buscaban inspiración en un mundo turbulento, asumieron la aventura de experimentar con sus melodías. Así, una grabación de la música de Hildegard, Una pluma en la respiración de Dios/ «A Feather on the Breath of God»  en la voz de la soprano Emma Kirkby con la agrupación británica Gothic Voices, liderada por Christopher Page, especializados en música antigua y repertorios medievales, se convirtió en un bestseller inesperado.

Hoy Hildegard von Bingen es considerada como una de los primeras compositoras identificables en la historia de la música occidental, ya que mayoría de los compositores medievales fueron «Anónimos».  Sin embargo,  no hubo mención alguna de su música en ningún libro de referencia antes de 1979 y su nombre apenas justificó una entrada en la edición de 1990 de The New Grove Dictionary of Music, el diccionario enciclopédico de la música, considerado por muchos estudiosos como la mejor fuente referencial en su tema.

El interés en Hildegard comenzó a crecer alrededor del 800 aniversario de su muerte en 1979, cuando Philip Pickett y su New London Consort ejecutarón posiblemente las primeras interpretaciones en idioma inglés de cuatro de sus canciones. Y en 1983, el éxito de «A Feather on the Breath of God» despertó la curiosidad del público sobre el autor de estas canciones líricas, sensuales y  vívidas.

Actualmente hay cientos de grabaciones de la música de Hildegard von Bingen, numerosas biografías, incluyendo un excelente relato de Fiona Maddocks, la crítica de música clásica de The Observer, el suplemento de comentarios y análisis del diario británico The Guardian, también fundadora del magazine de música de la BBC de Londres; por no mencionar las novelas, historias populares, documentales, películas y sitios web que la saludan como una temprana feminista y gurú de la Nueva Era.



 st__hildegard_von_bingen_icon_by_theophiliaEl comienzo de la historia 

Hildegard nació en Bermersheim, en el valle del Rhin, actualmente Renania-Palatinado, en Alemania, durante el verano del año 1098, en el seno de una familia noble alemana acomodada. Fue la menor de los diez hijos de Hildeberto de Bermersheim, caballero al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim, y de su esposa, Matilde de Merxheim-Nahet.  Por ser la décima hija de la familia, fue considerada como el diezmo para Dios, entregada como oblata y consagrada desde su nacimiento a la actividad religiosa, según la costumbre medieval.

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Judith de Spanheim, Jutta

De esta manera, fue dedicada por sus padres a la vida religiosa y entregada de muy niña para su educación a la condesa Judith de Spanheim, Jutta, hija del conde Esteban II de Spanheim y por tanto noble como ella, quien la instruyó en el rezo del salterio o libro de salmos, en la lectura del latín, aunque no le enseñó a escribirlo o, cuando menos, no con pericia;  en la lectura de la Sagrada Escritura y en el canto gregoriano.

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Castillo de Sponheim. Grabado de Bei Kreuznach.

Se sabe que durante algunos años maestra y discípula vivieron en el castillo de Spanheim. Al cumplir Hildegard los catorce años, en 1112, ambas se enclaustraron en el monasterio de Disibodenberg, que aun siendo un monasterio de religiosos cistercienses masculinos, acogió a un pequeño grupo de enclaustradas en una celda anexa, bajo la dirección de Jutta. La ceremonia de clausura solemne fue celebrada el 1 de noviembre de 1112. En ella participaron Jutta, Hildegard  y una infanta enclaustrada, también entregada como oblata.

En 1114, la celda se transformó en un pequeño monasterio, a fin de poder albergar al creciente número de aspirantes a la vida religiosa. Ese mismo año, Hildegard asumió la vocación religiosa bajo la regla benedictina, recibiendo el velo de manos del obispo Otón de Bamberg. De esta manera continuó su educación monástica rudimentaria dirigida por Jutta.

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Ruinas del Claustro de Disibodenberg.

Jutta murió en 1136, con fama de santidad tras haber llevado una vida de mucha austeridad y ascesis, que incluyó largos ayunos y penitencias corporales. Hildegard fue elegida como abadesa, magistra, de manera unánime por la comunidad de monjas. Tenía 38 años.

Visionaria y escritorasaint-hildegard-von-bingen

Desde muy niña, Hildegard tuvo una constitución física débil y una  salud muy frágil.  Sufría constantemente de enfermedades y experimentaba visiones. En una hagiografía posterior escrita por el monje cisterciense Teoderico de Echternach se consignó el testimonio de la propia Hildegard, donde deja constancia que desde los tres años tuvo la visión de  «una luz tal que mi alma tembló».  Estos hechos continuaron aún durante los años en que estuvo bajo la instrucción de Jutta quien, al parecer, tuvo conocimiento de ello.

Vivía estos episodios conscientemente, es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis. Ella los describió como «una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores»; además menciona en sus escritos que  iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y en algunos casos, de música.

En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden sobrenatural de escribir las visiones que en adelante tuviese.

dibujos-de-hildegardA partir de entonces, Hildegard dibujó y escribió sus experiencias, que dieron como resultado su primer libro, llamado Scivias /Conoce los caminos, el cual concluyó en 1151. Para tal fin, tomó como secretario y amanuense a uno de los monjes de Disibodenberg llamado Volmar y como colaboradora, a Richardis von Stade,  una de sus monjas.

No obstante, siguió teniendo reticencias para hacer públicas sus revelaciones y los textos resultantes de ellas, por lo que recurrió a uno de los hombres más prominentes de la Iglesia Católica y con la mayor reputación espiritual de su tiempo: Bernardo de Claraval, a quien dirigió una sentida carta pidiéndole orientación sobre la naturaleza de sus visiones y la pertinencia de hacerlas de conocimiento general.

En dicha misiva, enviada hacia 1146, confesaba al ilustre monje cisterciense su visión  como «un hombre que veía directo al sol audaz y sin miedo»,  al mismo tiempo que se atribuía a sí misma «debilidad»,  solicitaba su consejo:

«Padre, estoy profundamente perturbada por una visión que se me ha aparecido por medio de una revelación divina y que no he visto con mis ojos carnales, sino solamente en mi espíritu. Desdichada, y aún más desdichada en mi condición mujeril, desde mi infancia he visto grandes maravillas que mi lengua no puede expresar, pero que el Espíritu de Dios me ha enseñado que debo creer «.

«Por medio de esta visión, que tocó mi corazón y mi alma como una llama quemante, me fueron mostradas cosas profundísimas. Sin embargo, no recibí estas enseñanzas en alemán, en el cual nunca he tenido instrucción. Sé leer en el nivel más elemental, pero no comprenderlo plenamente. Por favor, deme su opinión sobre estas cosas, porque soy ignorante y sin experiencia en las cosas materiales y solamente se me ha instruido interiormente en mí espíritu. De ahí mi habla vacilante».

Hildegard a Bernardo, abad de Claraval

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Bernardo de Claraval

La respuesta de Bernardo no fue ni muy extensa ni tan elocuente como la carta enviada por Hildegard, pero en ella la invitaba a  «reconocer este don como una gracia y a responder a él ansiosamente con humildad y devoción».

Posteriormente el abad de Claraval intervino ante el papa Eugenio III a favor de Hildegard, ya que tenía trato personal con el obispo de Roma porque éste era también cisterciense y un antiguo discípulo suyo.

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Papa Eugenio III

El arzobispo Enrique de Maguncia, bajo cuya jurisdicción se encontraba el monasterio de Disibodenberg y que estaba enterado de las visiones y profecías de Hildegard, envió una comisión al papa Eugenio III para informar de lo sucedido y lograr que se declarara sobre la naturaleza de tales dones.

El papa se encontraba por aquellos días en la localidad alemana de  Tréveris para presidir el Sínodo de Obispos que se celebró en aquella ciudad entre 1147 y 1148. En 1148, a petición del papa, un comité de teólogos, encabezado por Alberto de Chiny-Namur, obispo de Verdún, estudió y aprobó parte del Scivias. El papa personalmente leyó en público algunos textos durante el Sínodo de Tréveris y declaró que tales visiones eran fruto de la intervención del Espíritu Santo.

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Dibujos miniaturas de Hildegard sobre sus visiones.

Tras la aprobación, envió una carta personal a Hildegard, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones. Con ello dio comienzo no solo a la actividad literaria aprobada canónicamente, sino también a la relación epistolar que mantuvo con múltiples personalidades de la época, tanto políticas como eclesiásticas, tales como el ya mencionado Bernardo de Claraval, Federico I Barbarroja, Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, que pedían sus consejos y orientaciones. Tal fue su reconocimiento, que llegó a ser conocida como la «Sibila del Rhin».



Ese mismo año de 1148 y sin haber concluido la redacción del Scivias, una visión la hizo concebir la idea de partir de Disibodenberg y marchar a un lugar «donde no había agua y donde nada era placentero» inspirándola para la fundación de un monasterio en la colina de San Ruperto, Rupertsberg, cerca de Bingen al oeste del río Rhin en la desembocadura del rio Nahe, para trasladar a la crecida comunidad de religiosas y emanciparla de los monjes de Disibodenberg. Sin embargo, Kuno, entonces abad de Disibodenberg, se opuso a su salida, lo que contrarió a la monja en gran medida, al punto de ocasionarle trastornos físicos, que fueron atribuidos a causas divinas.

07angels-hildegard_von_bingen«Decían que había sido engañada por la vanidad. Cuando lo oí, mi corazón se afligió, mi carne y mis venas se secaron, y durante muchos días yací en cama».

Vita II, V

Monasterio de Rupertsberg

Ante esta situación intervino la marquesa Richardis von Stade, madre de la monja que servía de secretaria a Hildegard, quien logró convencer a Enrique I, arzobispo de Maguncia, para que diera su autorización para la salida de las religiosas de Disibodenberg y la fundación del nuevo monasterio. Hacia 1150, Hildegard se trasladó a Rupertsberg con cerca de veinte de sus monjas, obtuvo el permiso del conde Bernardo de Hildesheim, propietario de las tierras elegidas y fundó el monasterio de Rupertsberg, del cual se convirtió en abadesa.


Hildegard muere el 17 de septiembre de 1179, a los 81 años de edad. Las crónicas hagiográficas cuentan que a la hora de su muerte aparecieron dos arcos muy brillantes de diferentes colores que formaban una cruz en el cielo.

Entre 1180 y 1190 el monje Teoderico de Echternach escribió la Vita de Hildegard, Liber Sciviasrecogiendo pasajes autobiográficos que la monja había dejado y contado.


Proceso de Canonizaciónhildegard-from-bingen

El papa Gregorio IX abrió su proceso de canonización en 1227, pero no se concluyó. Fue reabierto por Inocencio IV en 1244, sin que tampoco concluyera. Sin embargo, debido a la difusión de su culto se la inscribió en el Martirologio romano,  incluyéndose además su nombre en algunas letanías; se extrajeron reliquias de su sepulcro; se celebró su fiesta litúrgica; se le atribuyeron milagros y sus representaciones pictóricas y escultóricas comenzaron a ser objeto de veneración. En 1940 se aprobó oficialmente su celebración para las iglesias locales.

Con motivo del 800 aniversario de su muerte en 1979 el papa Juan Pablo II se refirió a ella como «profetisa y santa». De la misma manera, en 2006, el papa Benedicto XVI también se refirió a Hildegard como santa y la encomió como una de las grandes mujeres de la cristiandad junto con Catalina de Siena, Teresa de Ávila y la madre Teresa de Calcuta.

En el año 2010 el papa Benedicto XVI dedicó a Hildegard las Audiencias Generales dentro del marco de una serie de catequesis sobre escritores cristianos, siendo la primera mujer presentada en estas catequesis. Recordó, entre otras cosas, que los contemporáneos de Hildegard la consideraron con el título de «profetisa teutónica» y puntualizó el valor teológico de sus escritos y enseñanzas.

En diciembre de 2011, el papa Benedicto XVI anunció la decisión de otorgar a santa Hildegard el título de «Doctora de la Iglesia».

canonizacionEl 10 de mayo de 2012 procedió a inscribirla en el catálogo de los santos y extender su culto litúrgico a la Iglesia universal, en una «canonización equivalente». El 27 de mayo de 2012 durante el rezo del Regina Celi del día de Pentecostés, el papa determinó la fecha para su proclamación como «Doctora de la Iglesia».

El  7 de octubre de 2012, ochocientos treinta y tres años después de su muerte, el papa Benedicto XVI, durante la misa de apertura del Sínodo de los Obispos en la Basílica de San Pedro en Roma, realizó la proclamación oficial por la cual se le concedió el título de Doctora para la Iglesia Universal y declaró el 17 de Septiembre, día de su muerte,  como su fecha de celebración.

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SU ICONOGRAFÍA

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La iconografía religiosa de Hildegard es escasa, probablemente porque su culto fue local durante mucho tiempo. Se le retrata con los atributos propios de una abadesa de la orden de san Benito: báculo abacial y hábito benedictino con velo negro y blanco. Sus representaciones más antiguas reproducen la manera en que aparece en las miniaturas de sus escritos: sentada con un estilo en la mano en actitud de escribir sobre un par de tablillas o dictando a un monje, con cinco flamas alrededor de la cabeza representando la visión divina. Más tarde se cambia el estilo por una pluma de ave, con algún pergamino o libro en la mano, comúnmente el Scivias, y algún instrumento musical.


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Escultura de Hildegard de Oswald Karlheinz en la Abadia de Eibingen en Rupertsberg.


moneda«Ha sido considerada como una de las personalidades más fascinantes y polifacéticas del occidente europeo. Probablemente sea una de las figuras más ilustres del monacato europeo femenino y quizas la que mejor ejemplificó el ideal benedictino».


 SU MÚSICA
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La única enseñanza músical que Hildegard recibió de Jutta fue la instrucción en el canto y los deberes de una monja del coro. Pero ella había crecido escuchando los cantos de la misa romana y puso sus propios versos vibrantes y coloridos a la música para crear antífonas, respuestas, secuencias e himnos.

Christopher Page, fundador de la agrupación Gothic Voices, miembro de la academia de la música británica y experto en música medieval, quien ha hecho  una investigación exhaustiva sobre la obra de la santa y editado la música de Hildegard para Una pluma en el aliento de Dios, admite que las circunstancias en las que ella compuso todavía son un misterio.

hildegard-von-bingen-music«No sabemos si Hildegard estaba sentada y tarareando las canciones, o si estaba canturreando y escribiendo en una tableta blanca, con una versión final escrita por alguien más en una pizarra o pergamino», dice el experto.  Añade: «No sabemos si las palabras vienen primero, o si las palabras y la música surgen juntas en un desarrollo orgánico. Tampoco sabemos cuánta influencia pudieron haber tenida en ella sus secretarios masculinos y los sacerdotes que la rodearon. Nada de eso está claro», concluye Christopher Page.

Lo sorprendente de esta secuencia, dice el experto refiriéndose a la composición  Una pluma en el aliento de Dios,  y de hecho toda la música de Hildegard, es lo elaborada que es en relación con la mayor parte del canto gregoriano propio de su tiempo.  Un ejemplo de pura expresión artística que se une a la forma y a la función. Su música se destaca para las líneas que se elevan, los altos interválicos y el movimiento melódico que es más angular que secuencial.

A pesar de haber sido reconocida en la Europa de su época como una de las mujeres de mayor influencia, sabia y profética, no hay evidencia de que su música haya sido jamás escuchado fuera de su propio convento.

Hoy en día, sus composiciones han superado estelarmente la prueba del tiempo y su música está más vigente que nunca.

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EL DISCOdisco-richard-souther

De todas las producciones discográficas que se han realizado en los últimos años de la música de Hildegard von Bingen, Vision, la obra de Richard Souther es excepcional.

Richard Souther es un músico extraordinariamente talentoso, escritor, productor, arreglista y diseñador acústico. Un niños prodigio que tocó el piano desde que tenía 3 años. Durante su juventud experimentó algunos  éxitos como tecladista.

En un episodio fatal de envenenamiento por comida que casi le causa la muerte, del cual solo logró recuperarse cuatro años después, durante su convalecencia se dedica a estudiar y perfeccionar su trabajo con su primer sintetizador/secuenciador. Luego de su recuperación, comienza a focalizarse en una carrera como solista de música religiosa.

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Richard Souther

En 1994, Richard recibió el reconocimiento mundial por su revolucionario álbum Vision,  la música de Hildegard von Bingen, obteniendo  el premio Billboard Classical Crossover del año.

Souther descubrió la música de Hildergard investigando, cuando se encontró con la melodía titulada «In Leta Via»  experiencia sobre la cual comentó: «Fue como si se encendiera algo dentro de mi cuando la escuché por primera vez y sentí que tenía que plasmarla en una grabación y difundir su talento al mundo».

En la evolución de más de 800 años, Vision es una «obra colaborativa» entre dos artistas que jamás se conocieron. Vivieron en países diferentes y tiempos separados, hablaron idiomas distintos y confrontaron problemas diferentes en su día a día. Lo que une a estos dos talentos: Hildegard von Bingen y Richard Souther es la inspiración que ha guiado sus vidas. Se conocieron en el espacio de la música, un lugar fluido y creativo donde han convertido algo ancestral en algo nuevo. Vision es una obra de arte que conmueve, energetiza y alivia.

Emily Van Evera

Emily Van Evera

Vision es el resultado de un poderoso encuentro. Los interpretes aportan distintas perspectivas a sus tareas. La base fundamental es la música de Hildegard, interpretada a capella, sin ninguna alteración por Emily Van Evera, una reconocida soprano alemana que se especializa en la interpretación de música antigua; y la hermana Germain Fritz OSB, quien es la priora del Monasterio Walburga de la orden cisterciense en Elizabeth, New Jersey, USA.  Para ambas vocalistas fue un viaje en paralelo de descubrimientos. Para Van Evera, era llevar su arte a un plano diferente a la música académica. La hermana Germaine, tenía otras preocupaciones. ¿Aprobaría la Iglesia Católica esta aventura ?… ¿y como impactaría su vocación y su vida religiosa la realización de esta grabación?

Germain Fritz

Germain Fritz

En el medio, en una inmensa gesta de coordinación, Tony McAnany, el productor del disco, trabaja arduamente con las vocalistas y los coros que se encontraban en diferentes continentes y Richard Southern radicado en California. Los retos  para la producción de Visions fueron inmensos.

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Tony McAnany

Hay anéctodas en su desarrollo que parecen casi milagrosas, como la experiencia de la grabación de la pieza O Virga Ac Diadema en la cripta de la iglesia de arquitectura gótica St. Andrews Church en Toddington, Inglaterra; o el sorpresivo y armonioso sonido de las columnas que sostenían el techo de dicha cripta,  que al ser tocadas como si fuesen un instrumento de percusión, producían un vibrante y armonioso sonido lleno de misterio y misticismo, que era totalmente deconocido por el productor.

Los actores de esta «obra colaborativa» nunca trabajaron juntos. Cada uno grabó su parte en un lugar diferente del mundo. Richard Southern realizo los arreglos y ensambló la mezcla final de la pista con el conocido ingeniero acústico Erik Zobler, en su estudio de San Francisco, California.

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Erik Zobler

Richard Souther genialmente fusionó sus arreglos electrónicos con la música pura de Hildegard, utilizando el concepto creativo de los sonidos contemporáneos de la música pop y el world music que reinventan la sorprendente inmediatez, la belleza penetrante y el sublime espíritu del arte de Hildegard von Bingen. Milagrosamente… todo calzó perfecto.

Escúchalo aqui

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«Atravesando el muro de los tiempos, han quedado sus palabras, incluso su sonido y las imagenes de sus visiones»

Victoria Cirlot, (Barcelona, 1955) estudiosa española de la cultura y literatura medieval, filóloga, traductora y editora. 


Enlaces relacionados:

http://www.richardsouther.com

https://www.discogs.com/Hildegard-Von-Bingen-Richard-Souther-Vision-The-Music-Of-Hildegard-Von-Bingen/release/931643

http://www.hildegard-society.org

http://www.hildegard.org

https://www.amazon.com/Vision-Music-Hildegard-Von-Bingen/dp/B000TGZKIM/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1483414030&sr=8-1&keywords=Vision+Richard+Souther

https://www.amazon.com/Hildegard-Bingen-Woman-Her-Age/dp/0385498683

http://www.gothicvoices.co.uk

http://www.newlondonconsort.com

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