Balzac, café hasta la muerte

En honor a la verdad, de todos los escritores que a lo largo de la historia tuvieron una apasionada relación con el café, Honoré de Balzac fue el más extremista de todos.  

El escritor francés, nació en Tours el 20 de mayo de 1799, el mismo año en que concluyó la Revolución Francesa a causa de la llegada al poder de Napoleón Bonaparte. 

Balzac no sólo tomaba una inmensa cantidad de tazas de café al día, que lo acompañaban a lo largo de sus maratónicas jornadas de trabajo de más de 15 horas, sino que también masticaba granos enteros de café, crudos. Además, llevaba con él  los granos molidos en sus frecuentes veladas para preparárselo a gusto. Se dice que con frecuencia masticaba granos de café sin agua, en ayuna. Su favorito era el café turco. Balzac, además, era un sibarita.

 

En 1839 publica el ensayo Tratado de excitantes modernos, donde se refiere a sus investigaciones sobre los efectos del café y de otros energizantes, con los cuales experimentaba en su propio organismo.  En esta obra, deja bien claro como el café era capaz de estimular la creatividad y como influía en su excéntrica rutina de trabajo: Balzac solía irse a la cama a la seis de la tarde, se levantaba alrededor de la una de la madrugada y escribía hasta las seis de la tarde del día siguiente. 

 

Balzac describe así sus sensaciones:

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«El café acaricia la boca y la garganta y pone todas las fuerzas en movimiento: las ideas se precipitan como batallones en un gran ejército de batalla, el combate empieza, los recuerdos se despliegan como un estandarte. La caballería ligera se lanza a una soberbia galopada, la artillería de la lógica avanza con sus razonamientos y sus encadenamientos impecables. Las frases ingeniosas parten como balas certeras. Los personajes toman forma y se destacan. La pluma se desliza por el papel, el combate, la lucha, llega a una violencia extrema y luego muere bajo un mar de tinta negro como un auténtico campo de batalla que se oscurece en una nube de pólvora».


La Comedia Humana

 

Gracias a su talento y a su pasión por el café, que el mismo describe como una gran influencia en su vida, Honoré de Balzac dejó un legado de más de 150 obras literarias entre las cuales La comedia humana es probablemente la más emblemática y uno de los mayores proyectos narrativos de la historia de la literatura. Son 137 novelas e historias interconectadas que retratan la sociedad francesa entre 1815 y 1830 y que se deben no solo a la popularidad del autor como escritor por entregas, sino también a la constante necesidad de dinero que lo acuciaba. 


Balzac Cafe

Ilustración de Honore de Balzac cenando en un bistro del Barrio Latino en París, publicado en el semanario francés La Cuisine des Familles. 1905. Imagen © Stefano Bianchetti/Corbis

 

El autor, que llevaba una vida bastante disipada, apremiado por las deudas, dedicaba su vida a escribir para poder pagar las facturas y cuando terminaba una obra, se dedicaba a grandes festines gastronómico, pues era un conocedor de la buena mesa y un gran gourmet, con habilidad para la crítica y la recomendación de los restaurantes y cafés que frecuentaba.

 

 

 

La poción mágica de Balzac

Ingesta de café durante la época en que escribió La Comedia Humana.
  •  entre 17 y 25 tazas por día
  • una taza cada 17 minutos durante las noches de trabajo
  • un sobre de 250 gR de café al día
  • entre 60 y 90 kilogramos al año
  • entre  162 000  Y 243 000 tazas al año 
  • entre 19 000 Y 29 000 litros de infusión de café
  • entre 1,6 Y 2,5 toneladas de granos de café
  • entre  21,4 y 40,7 kilogramos de cafeína

Durante la escritura de cualquiera de sus obras, Balzac consumía un promedio de:
  • 251 litros de café lo cual equivaldría a
  • 2 090 tazas, ó 86 sobres de 250g. 

El consumo de café promedio anual de Balzac era 
  • 20 a 30 veces mayor que el de un parisino común en 1847
  • 10 a 15 veces mayor que el promedio de un francés en los tiempos actuales.  

 

El Blend de Balzac

El 20 de mayo de 1839, celebrando sus 40 años y la publicación de Tratado de excitantes modernos, Balzac estrenó su propia mezcla de café, que bautizó  «Honoré de Balzac, Paris 1839», la histórica mezcla que el consumía en ese momento.

El consumo de café de Balzac era bastante ecléctico, sus preferencias se inclinaban a una mezcla de colores. La fuente más comúnmente citada es la biografía de Léon Gozlan, titulada Balzac in slippers o Balzac en pantuflas que narra: «el café estaba compuesto por tres tipos de granos: bourbón, martinique y mocha».  (Balzac chez lui, León Gozlan, 1862)

Las referencias a la mezcla del café de Balzac que aparecen en la biografía de Gozlan están respaldadas por varias facturas conservadas en la Colección Lovenjoul, en particular una factura de 1832 que abarca un período de ocho meses, pagadera a M. Le Baron de Balzac, que menciona con frecuencia la compra de café de Martinica, variedades Mocha y Bourbon.

 

 

En 1828, el Código Gourmand, publicado por su amigo, el periodista, historiador y editor, Horace Raisson, recomendó una mezcla compuesta por una parte Green Martinique, una parte Bourbon y una parte Mocha.

 

 

 

En el mismo período, el French Gastronome, editado por el propio Honoré de Balzac, hizo la siguiente recomendación: «Después de realizar nuestros propios experimentos de cientos de maneras, finalmente hemos establecido el siguiente método, que presentamos oficialmente: Asamos por separado, nosotros mismos, una parte de granos Martinica Verde, una parte de Bourbon y otra de Mocha «.

En 1846, el Manual del Café Amateur, que se estableció como una referencia con respecto al café, recomendó la mezcla de estos tres cafés en las mismas proporciones.

 

 

 

 

Si sientes pasión por el café y eres curioso, puedes visitar la excelente página, Cafés D’Histoires donde además de conocer al detalle los rituales de Balzac a la hora de preparar su famoso café «Honoré de Balzac, Paris 1839», puedes comprarlo. Si navegas por ahí verás las cafeteras que utilizaba para preparar la infusión y las tazas donde se tomaba; puedes comprar la mezcla y prepararte tu propio café al estilo Honoré de Balzac, y disfrutarlo mientras lees la biografía de Steven Zweig, Balzac. Es probablemente, unas de las mejores obras del autor austriaco. Una biografía para leer, no sólo por el biografiado, Balzac, sino también por el biógrafo: Zweig.   (Balzac, Editorial Jackson, 1948).

Además, que como lectores, tengamos la suerte de su publicación se debe al editor y amigo de Zweig, Richard Friedenthal, quien recibió el manuscrito por correo en Londres con algunas indicaciones generales que el escritor le envió, días antes de suicidarse, junto a su esposa, en Brasil en 1942.

 

TOMADO DEL BLOG

http://www.leeporgusto.com

Lecturas de madrugada: La biografía de la bestia

A fines del año pasado me pidieron que escriba sobre uno de los más grandes novelistas del siglo XIX. Acepté el encargo sin dudarlo, porque desde hacía buen tiempo quería escribir sobre Balzac. Aunque el proyecto de la revista, en la que saldría el artículo, no se concretó, el proceso de su escritura hizo que me reencontrara con algunas novelas del narrador francés. Acababa de releer El primo Pons y no sentía otra cosa que no fuera inmensa gratitud y rendida admiración. Qué manera de cerrar el ciclo novelístico de La comedia humana. Pasaron algunas semanas de la relectura y seguía preso del ánimo balzaciano, entonces busqué entre los anaqueles de mi biblioteca el libro que me acompañaría en los próximos días, libro que iba a excluir a las novelas y ensayos que estaba leyendo. Una biografía escrita por un A1. Porque solo un A1 podía biografiar a Balzac. Por eso me gustan las biografías monumentales: Balzac (Editorial Jackson, 1948) del austriaco Stefan Zweig.

En poco más quinientas páginas, Zweig nos muestra la radiografía de su ídolo tal y como era: egocéntrico, desaseado, huachafo, enamoradizo, oportunista, mala leche. Para Zweig, “La bestia que escribía” Balzac era un arribista sin remedio. Y contra lo que muchos escritores puedan pensar del oficio narrativo del francés, este no lo concebía como una actividad sagrada, la escritura no le significaba un destino, sino el único camino para escalar socialmente. Nuestro escritor fue un hombre que vivió endeudado, además, tenía el trauma de no haber asimilado sus raíces. Deseaba ser tratado como un noble, como un integrante conspicuo de la alta sociedad gala. Para ello, había que salir de pobre y guiado por ese fin es que escribía endiabladamente, cobrando por adelantado para despilfarrar inmediatamente lo cobrado. Dormía poco y escribía literalmente dopado debido a los litros de café que bebía. De a pocos empezó a forjarse una fama de buen escritor, por lo tanto, tenía seguidores y seguidoras, entre estas, una dama de abolengo y fortuna con la que termina casándose. En principio, ese era parte de su plan, casarse con una señorona y seguir escribiendo y publicando hasta ser totalmente aceptado. Pero de la misma forma en que Balzac se entregaba a la creación de sus novelas, ese mismo ahínco lo ponía en las mujeres. A Balzac no le gustaba su mujer, al mayor novelista del XIX no le podía gustar una sola mujer. Para Zweig, Balzac era un soberano hormonal que muy bien pudo escribir un diario de pornógrafo, al punto que especula que el número de sus amantes es apenas superado por el número de hojas que utilizó para escribir. Empero, nuestro ídolo hormonal se enamoró, se enamoró de la señora Hanska, a la que le envío miles de cartas, en las que se hacía pasar como un incomprendido por la sociedad, de artista entregado a la sublime labor creativa que lo llevaba a rehuir de los placeres carnales. Balzac amó a la señora Hanska, pero ella no supo respetar la memoria de quien la amó y por la que hubiera dejado de lado esa empresa que lo hacía producir novelas a niveles industriales.

(…) Balzac es la cumbre literaria de Stefan Zweig, cumbre a la que le dedicó quince años de investigación. Ahora, esta publicación bien puede ser un milagro literario. El editor, y también amigo, de Zweig, Richard Friedenthal, dudó hasta el último instante en meter la biografía a la imprenta. Zweig nunca le aseguró que se trataba de la versión final, puesto que horas después de enviarle a Londres un sobre con indicaciones generales del manuscrito, el austriaco y su esposa habían decidido suicidarse en Brasil. Friedenthal no supo qué hacer. Felizmente, la perplejidad le duró dos semanas, puesto que ordenó los capítulos, suprimió redundancias y editó Balzac para la posteridad.

Puedes leer el artículo completo de Gabriel Ruíz Ortega aquí:

http://www.leeporgusto.com/lecturas-de-madrugada-la-biografia-de-la-bestia/

Honoré de Balzac es considerado como un gran retratista de la sociedad donde vivió, que supo trascender la mera descripción en sus novelas, para impregnarlas de una especie de «suprarrealismo» y es uno de los principales exponentes del realismo literario. 

Vivió poco en comparación con sus colegas Voltaire y Goethe, con quienes tenía en común una pasión desbordada por el café, probablemente debido a su estilo de vida y murió  joven, a los 51 años en París el 18 de agosto de 1850.

Sus restos descansan en el Cementerio de Père Lachaise, en París, y su espíritu está siempre presente en el Monumento a Balzac, situada entre los bulevares de Raspail y Montparnasse en Paris. 

El Balzac de Rodin

En 1897, cuarenta y siete años después de la muerte de Balzac,  el escultor frances, Auguste Rodin diseñó un monumento revolucionario, tras seis laboriosos años. Desprovisto de los atributos habituales del escritor (butaca, pluma, libro…), su Balzac es menos un retrato que una poderosa evocación del genio visionario, cuya mirada domina el mundo, del creador inspirado envuelto en su bata de monje que vestía para escribir. La obra, demasiado innovadora para la época,  fue un escándalo, al ser mostrado en 1898 y su encargo se anuló. Rodin jamás llegó a ver su monumento vaciado en bronce.

Considerado el padre de la escultura moderna, Rodin rompió con el canon académico que imperaba en Francia en el siglo XIX y su concepción del arte  dio paso a una nueva etapa en el ámbito de la escultura.

Cuando Rodin murió, el concepto de la escultura había sido redefinido como «algo que imita la vida a través de la amplificación y exageración del todo».

http://www.musee-rodin.fr/es/colecciones/esculturas/monumento-balzac

Rodin

Auguste Rodin

 

 

 

 

 


También puedes leer:

https://cronicasdeimarie.wordpress.com/2018/09/06/escritores-que-amaron-el-cafe-voltaire/

https://cronicasdeimarie.wordpress.com/2018/09/14/goethe-y-la-cafeina/

 


 

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