Los Bancos de la “Basilique Saint-Sernin de Toulouse”
Los bancos de la “Basilique Saint-Sernin de Toulouse” han recibido, durante siglos, a los peregrinos del Camino de Santiago que toman la Vía Tolosana para luego continúar su caminata hasta culminarla en la Catedral de Santiago de Compostela. Son los bancos del silencio, del encuentro y de la fe.
La inmensa construcción es la iglesia románica más grande de Occitania y la segunda más antigua de Francia. Su construcción se inició en el año 1077 y su altar mayor fue consagrada, diecinueve años después, por el Papa Urbano II en el 1096.
Para dar cabida a los peregrinos, que obtuvieron un gran auge en la Edad Media, sus arquitectos incluyeron en su diseño constructivo un corredor continuo alrededor de toda la periferia de la iglesia, por el cual los visitantes podían caminar, admirando la estructura de la basílica, visitando las reliquias y observar sus tesoros artísticos, sin interrumpir el ritmo normal de las celebraciones religiosas. Este espacio para los caminantes llegó a llamarse «el deambulatorio». Con el tiempo, en toda su longitud se crearon pequeñas capillas, que parten radialmente de la cabecera y rodean, por detrás, al altar mayor de la basílica .
La “Basilique Saint-Sernin de Toulouse” fue el cementerio, desde el principio del milenio, de los Saint-Gilles, el linaje de los Condes de Tolosa que gobernaron la región durante siglos hasta que fueron despojados de sus tierras con la llegada de Los Cruzados y por los interdictos de la Iglesia.
Un día de agosto del año 1222, parado en el umbral de “La Puerta de los Condes”, el admirado y belicoso Raimundo VI de Tolosa, un eterno excomulgado de la iglesia católica por negarse a perseguir a los Cátaros, sufrió una apoplejía debido al intenso calor veraniego. Escuchaba desde afuera a algunos compasivos sacerdotes que alzaban su voz a favor del Conde para que se le permitiera escuchar el oficio de la santa misa. Al Conde Raimundo VI de Tolosa, le estaba prohibida la entrada al templo. El prior de Saint-Sernin se negó a levantar la excomunión al moribundo anciano de 66 años, quien falleció pocas horas después. Negó a su cadáver cristiana sepultura en la ancestral cripta familiar donde todavía hoy reposan las cuatro generaciones de condes anteriores.
También allí se encuentra la cripta de San Saturnino. Las crónicas dicen que fue el primer obispo de Toulouse, quien en el año 250 d.c. murió, arrastrado por un toro, en las escalinatas del Capitolio de la ciudad. En el Siglo IV, uno de sus sucesores en la sede católica tolosana, localizó su tumba y construyó un pequeño oratorio en el lugar. Más adelante y debido a la devoción que despertaba el mártir, se construyó un nuevo espacio de devoción en un sitio más adecuado. A principios del siglo V se trasladaron los restos mortales del santo al nuevo templo. Sobre esas mismas tierras, casi cinco siglos después, se construyó en su honor, la “Basilique Saint-Sernin de Toulouse”, consagrada por el Papa Urbano II en el año 1096, donde aún se encuentra su tumba.
Si deseas visitar el recinto a donde se encuentra la cripta de San Saturnino, debes visitar la basílica el 29 de noviembre, que por ser el día del santo, es la único fecha en que está abierta al público.
Hoy, 11 de febrero, se celebran los 163 años de la primera aparición de la Virgen de Lourdes.
Bancos Milagrosos
«Yo soy la Inmaculada Concepción…»
«Yo soy la Inmaculada Concepción». Esas fueron las palabras que la Virgen María pronunció a Bernadette Soubirous, una humilde niña francesa de 14 años, que aún no había podido hacer la primera comunión por su precario estado de salud y porque era analfabeta, lo cual le había impedido prepararse adecuadamente para recibir el Santo Sacramento.
Sucedió en la Gruta de Massabielle, en la ribera del río Gave de Pau, en las afueras de la pequeña población de Lourdes, ubicada en las estribaciones de los Pirineos, durante la Aparición # 16, el jueves 25 de marzo de 1858. Fue el gesto que dio credibilidad a las Apariciones, pues por fin la visión había revelado su nombre.
Después de escuchar asombrada las palabras de la bella Señora, la joven vidente corrió, casi sin aliento por su deteriorada salud, hacia la casa parroquial, repitiendo sin cesar, para que no se le olvidara, aquella frase cuyo significado ella no entendía.
Al ser interrogada, Bernardita emocionada, contó al párraco de Lourdes que «ella levantó los ojos hacia el cielo, juntando las manos en signo de oración, que tenía abiertas tendidas hacia el suelo y me dijo: yo soy la Inmaculada Concepción».
Al revelar las palabras de la Señora al sacerdote Abbé Dominique Peyramale, el párroco de Lourdes finalmente dio credibilidad a las Apariciones. Era casi imposible que una jovencita iletrada, que solo hablaba el dialecto de la región, pudiese conocer el dogma de la Inmaculada Concepción. Apenas cuatro años antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado aquella expresión como verdad de fe, como el dogma de la Inmaculada Concepción en su bula Ineffabilis Deus.
Semanas antes, después de la Aparición # 14, el Parroco de Lourdes le había dicho a Bernardita: «Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su nombre y haga florecer el rosal de la Gruta.»
En total, fueron 18 Apariciones, entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, en las cuales la Santísima Virgen fue haciendo revelaciones a Bernardita.
Bernadette Soubirous muere a los 35 años el 16 de abril de 1879 en el Convento de San Gildard de Nevers, donde vivió desde que asumió su vida religiosa en 1866 a los 22 años. «Vengo aquí para ocultarme» había dicho cuando llegó.
Fue canonizada como Santa María Bernardé por el papa Pío XI el 8 de diciembre de 1933, Día de la Inmaculada Concepción.
En los bancos de la antesala de las Piscinas de Lourdes, esperamos nuestro turno con la expectativa nerviosa que crea una experiencia espiritual como esta: sumergirse en las aguas milagrosas que brotan de La Fuente de Lourdes. Nos acompañan cientos de peregrinos que vienen de todas partes del mundo.
Las Piscinas
Situadas río abajo de la Gruta de Massabielle, las piscinas se encuentran dentro de un austero edificio construido en 1958, año de la conmemoración del centenario de las Apariciones. Cientos de peregrinos y personas enfermas se presentan allí cada día para sumergirse en sus aguas. Sin saberlo, posiblemente responden al llamado de la Virgen María, formulado a Bernardita Soubirous durante la Aparición # 9: “vaya a beber y a lavarse en la fuente”.
Existen 10 piscinas para mujeres, 5 para hombres y 2 para niños. Debido a la estricta normativa de higiene sanitaria y de seguridad que rigen las piscinas, se hacen controles del agua regularmente. Desde 1993 el agua se renueva continuamente. Está en un circuito cerrado con filtración continua. Con una temperatura casi constante de 11 a 12 grados, no hay riesgo de contaminación pues a una temperatura tan fría ninguna bacteria se puede desarrollar.
El Rito
Los peregrinos nos presentamos a la entrada de las piscinas y esperamos con devoción ser recibidos en el recinto. Cuando llega su turno entra en una cabina donde los hospitalarios que asisten en la ceremonia le entregan un suave paño blanco de gaza para preservar la intimidad. Se desviste y se envuelve en él.
En la antesala a las piscinas hay cuatro sillas de cada lado para las personas sanas. Otras sillas están reservadas para personas con movilidad reducida. Los peregrinos que llegan en camilla son colocados en el centro.
Al llegar el turno se le invita a entrar al recinto donde se encuentra la piscina. Es una bañera de piedra, llena de agua de la fuente con una imagen de la Virgen al frente. Los hospitalarios te convidan a entrar a la piscina y rezar un Ave María con los pies sumergidos en el Agua de Lourdes. Te dejan en libertad acerca de la manera de vivir ese baño. La costumbre es dejarse caer hacia atrás suavemente con la asistencia de los hospitalarios para sumergir el cuerpo completo en las aguas.
El Origen
El caudal del manantial que fluye en el fondo de La Gruta fue descubierto el 25 de febrero de 1858, durante la Aparición # 9. Es un agua de montaña, poco mineralizada, pero bastante rica en calcio. Su temperatura es de 12°C.
Según testificó Bernardita: «Ella me dijo que fuera a beber a la fuente, no encontré mas que un poco de agua fangosa, al cuarto intento de escarbar conseguí beber. Me mandó tambien a que comiera la hierba que estaba cerca de la fuente, luego la visión desapareció y me marché».
Bernardita había interpretado que debía ir a tomar agua del cercano río Gave, pero la Señora le indicó con el dedo, que escarbara en el suelo. Al hacerlo, comenzó a formarse fango. Bernardita entonces intentó beber la poca agua que en él había, ensuciando su rostro de fango ante las miradas perplejas de la muchedumbre que había comenzando a congregarse alrededor de La Gruta. La gente le comentaba: «¿Sabes qué creen que estás loca por hacer tales cosas?». Bernardita sólo contestó: «es por los pecadores».
Sin embargo, poco después empezó a brotar agua. Desde entoncés, el manantial produce un promedio de 100,000 litros de agua por día.
Estas son las aguas que alimentan las piscinas y abrevaderos de Lourdes a los que acuden millones de personas todos los años, en busca de una sanación milagrosa a sus enfermedades y en actos de fe.
Las Curaciones
En la actualidad los sacerdotes encargados del recinto certifican que siguen registrándose entre 30 y 40 declaraciones de curaciones al año. Además, las estadísticas sobre curaciones milagrosas de las Aguas de Lourdes reconocidas oficialmente por la Iglesia Católica indican que de las 69 reconocidas hoy en día, 40 tuvieron lugar propiamente en las piscinas.
El Santuario
La Gruta y la Basílica de la Inmaculada Concepción construida por el Monseñor Laurence, conocido como el Obispo de las Apariciones, pues fue quien acogió las revelaciones privadas a Bernardita, constituyen el Santuario original. Construida entre 1866 y 1871, la basílica está situada encima de la roca de la Gruta. Inaugurada en el año 1871, fue erigida como basílica menor por el Papa Pío IX el 13 de marzo de 1874. A la derecha de la entrada, está grabada en una lápida de mármol la declaración de la autenticidad de las Apariciones hecha por Monseñor Laurence.
Antes de partir para el Convento de Nevers, el Monseñor Laurence pidió a Bernardita que asistiera a la ceremonia de inauguración de La Gruta y participara en la primera procesión oficial que respondía a la petición de la Virgen. También en vida, supo de la construcción de la Basílica de la Inmaculada Concepción.
En los años subsiguientes se fueron construyendo una serie de iglesias, edificios y pabellones que constituyen en su totalidad el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Todo el recinto gira en torno a La Gruta de Massabielle, el lugar de las 18 Apariciones de la Virgen María a Bernadette. Las iglesias, capillas, edificios y demás dependencias del recinto ocupan una extensión de 52 hectáreas. Cuenta con 22 lugares principales de culto y el responsable es el Obispo de Tarbes-Lourdes, quien a su vez nombra como representante permanente a un Rector.
El Sanctuario de Nuestra Señora de Lourdes proporciona trabajo a más 300 empleados fijos y a aproximadamente 150 trabajadores temporales, además de los Voluntarios que contribuyen para la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes.
Treinta capellanes permanentes asisten a los fieles y peregrinos, les acogen, les acompañan y celebran los Sacramentos. Siete comunidades femeninas voluntarias también están al servicio del Santuario.
!Yo estuve ahí!
Ve a decir a los sacerdotes que se
construya aquí una capilla y que se
venga en procesión.
Aparición # 13 – Martes 2 de Marzo, 1858
Los Signos de Lourdes
EL AGUA: beber y lavarse
El jueves 25 de febrero de 1858, la Virgen María le dijo a Bernadette: “Vaya a beber y a lavarse en la fuente”. Era un charco con agua sucia, pero pronto empezó a brotar agua limpia y clara. Desde entonces, ese manantial no ha dejado de dar agua.
La popularidad del Agua de Lourdes nace de los milagros que acaecieron en este lugar, siempre relacionados con el empleo del agua, bien fuese bebida, en aplicación directa o en baño.
Las personas que beben de esta agua y se lavan con ella lo deben hacer bajo el manto de la esperanza y la fe en la Virgen. El Agua de Lourdes es un signo, como el agua del Bautismo. Purifica y libera.
LA ROCA: tocar
La Gruta de Massabiellees el lugar de las Apariciones, el sitio exacto donde se presentó la Inmaculada Concepción. Los peregrinos pasan por la Gruta y tocan la roca en uno de los actos más devotos y característicos de la peregrinación. Se trata de un gesto de confianza en la realidad inquebrantable de Dios.
La roca es un elemento duro, fuerte, un lugar donde podemos apoyarnos y encontrar soporte y sujeción. Tocar la pared de La Gruta representa el abrazo de Dios, sólido y firme como una roca.
LA LUZ: encender una vela e iluminar
La Luz, representada en las llamas de las velas, significa la fe y esperanza de iluminar y ser iluminados. Bernadette se presentó en La Gruta con una vela encendida la mayoría de las veces. Desde entonces, no ha dejado de haber velas encendidas en La Gruta. Millones de personas han ido depositando sus velas como acción de gracias, ofrenda o petición. Las velas representan las oraciones de los peregrinos.
Lugar cosmopolita y universal, el Santuario de Lourdes es actualmente el primer destino de peregrinación mariana del mundo. Más de 6 millones de peregrinos y visitantes acuden cada año.
De ellos, más de cien mil son enfermos que asisten en busca de alivio y consuelo en sus Aguas Milagrosas.
¡Yo estuve ahi!
Música de Gérard Salesses, de su álbum “Sabathérat”
La pequeña ciudad de Lourdes
Lourdes es una pequeña ciudad ubicada en el corazón de los Pirineos franceses, a tan sólo 20 kilómetros de Tarbes.
En 1858, año de las Apariciones, contaba con una población de apenas 4.000 habitantes. Hoy en día, su población asciende a 15.200 habitantes y cuenta con más de 230 hoteles donde albergar a peregrinos y visitantes. Ocupa el segundo lugar en capacidad hotelera de Francia, después de la ciudad de París.
Lourdes acoge cerca de 6 millones de visitantes al año provenientes de todos los rincones del mundo.
Se encuentra localizada en el suroeste de Francia, muy cerca de la frontera con España.
Descubrí la historia de los cátaros en mi primer viaje al sur de Francia. La atracción fue a primera vista. Luego, me llevó a la ciudad de Albi, en la Occitania, una región plena de pasión, historia, magia y leyendas. Quiero compartir con ustedes algunas de mis experiencias y descubrimientos.
Los Celtas se establecieron en el paraje del Casteviel, el lugar donde hoy se erige la imponente «cathédrale Sainte-Cécile». Luego en el Siglo I a.C. los Romanos la nombraron Albiga, y con ello, quedó registrada históricamente su fecha fundacional. Fue también el asentamiento de los cátaros, considerados herejes por la Iglesia Católica y victimas principales de las Cruzadas Albigenses.
Famosa históricamente por su cultivo de la planta tintorera Isatis Tinctoria, es además la ciudad natal de Toulouse-Lautrec.
Albi, entre la modernidad y la historia.
Imagen de Toulouse Lautrec en los muros del «Palais de la Berbie».
Calle del centro histórico de Albi.
Conocida como “la ciudad roja” por el color de sus construcciones en las cuales predomina el inteligente e imaginativo uso del ladrillo, Albi es una ciudad pequeña y de las más bellas que yo he conocido en el Sur de Francia. Entre las “ciudades de arte y de historia” francesas, ocupa un puesto privilegiado por sus monumentos, colecciones de arte y su arquitectura de ciudad amurallada medieval.
Situada en la ribera del río Tarn, en la región del Midi-Pyrénées, es la capital de la prefectura de Tarn y una de las cunas de la cultura occitana. Posee una abundancia de monumentos históricos y tesoros artísticos cuidadosamente preservados y en algunos casos desarrollados magistralmente hacia la modernidad.
Los Celtas se asentaron en el paraje del Casteviel y después los romanos se instalaron en esas tierras hacia el año 100 a.C. fundando su ciudad sobre la meseta de Saint Salvy. La civitas albigensium escoge a Albiga como su capital.
Pronto se destaca como ciudad comercial, gracias a su puerto fluvial en el río Tarn y a las vías creadas por los romanos. Ya en la época del Imperio galo-romano, Albi era un importante centro de comercio y una encrucijada estratégica en la región, ubicada en el cruce de caminos entre los puntos cardinales del sur de Francia.
Hacia la Edad Media, la ciudad se fortifica ante las invasiones territoriales y las guerras frecuentes que marcarón esa época. Durante sus más de dos mil años de existencia, ha sido testigo vivencial y a la vez protagonista de tres momentos históricos determinantes del Languedoc: las Cruzadas Albigenses (1209-1244), la Guerra de los 100 años (1337 – 1453) y las Guerras Religiosas (1562-1598).
Estos acontecimientos históricos que modificarón la geopolítica de Europa occidental, dejaron profundas huellas en el devenir de esta hermosa ciudad, que hoy la convierten en un espacio verdaderamente enriquecedor para la humanidad , como de hecho es reconocida al ser clasificada como “ciudad de arte y de historia” por la UNESCO. En la actualidad es uno de los centros principales de la antigua cultura y lengua occitana. Su máximo apogeo lo alcanzó en el Siglo XVI, momento en el cual se construyeron muchos de los palacetes que aún se conservan en el centro histórico de la ciudad.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010 por su riqueza histórica y cultural.
Los Colores de Albi
Pintura del artista y sacerdote dominico Kim En Joong expuesta en la «cathédrale Sainte-Cécile».
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La arcilla del río Tarn
Construida en la ribera del Tarn, la arcilla de este río ha sido la materia prima para la fabricación de los ladrillos rojos que caracterizan la arquitectura de Albi desde su fundación. Los verás en toda la ciudad en edificaciones de diferentes épocas, ya sea en sus casas, puentes, castillos, catedrales, claustros, calles o molinos, en una armoniosa gama que va desde el color rosa, hasta el ocre. Por eso la llaman «la ciudad roja».
Calles medievales de Albi con sus edificios de ladrillos y madera.
Zona circundante a la Cathédrale Sainte-Cécile con sus tiendas, galerías de arte y cafés.
El » Vieux Pont» o Puente Viejo, es una muestra de la longevidad de los ladrillos fabricados con las arcillas del Tarn. Construido en el año 1035, es uno de los puentes más antiguos de Francia y que además aún está en uso.
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El índigo blue de la Cocagne
Desde la Edad Media, a lo largo del río Tarn, los agricultores del Languedoc cultivaban la planta tintorera Isatis Tinctoria, que en el Siglo XIII se trabajaba en los molinos de Albi, produciendo una tinta permanente de color azul intenso que llegó a llamarse índigo y cuyo valor comercial era tres veces mayor que su mismo peso en trigo.
Los extensos cultivos de esta planta le ganaron a la región el nombre de «el país du la cocagne» o «país de la cucaña», en referencia al capullo de la flor o coque en el antiguo idioma occitano. El coque también era utilizado como moneda o token para transitar el «Vieux Pont». Popularmente la palabra «cucaña» era sinónimo de abundancia, lo cual caracterizaba a esta región.
La planta «Isatis Tinctoria»
La cocagne o «cucaña».
Tinte indigo proveniente de la «Isatis Tinctoria».
Tela teñida con pigmento indigo..
Proveniente de Asia, otros nombres comunes para referirse al colorante azul producido por esta especie son: añil, isatide o glastum. Mezclando el coque con otros productos se obtenían una variedad de colores para pintar los tapices que hoy pueden apreciarse en sus museos y que forman parte de este maravilloso patrimonio de la humanidad.
PARTE II
Sobre Albi, tengo mucho que contarles. En nuestros próximos encuentros exploraremos la emblemática «cathédrale Sainte-Cécile» y el «Palais de la Berbie», aposento episcopal en la Edad Media y hoy el «Musèe Toulouse Lautrec».
«Yo soy la Inmaculada Concepción». Esas fueron las palabras que la Virgen María pronunció a Bernadette Soubirous, una humilde niña francesa de 14 años, que aún no había podido hacer la primera comunión por su precario estado de salud y porque era analfabeta, lo cual le había impedido prepararse adecuadamente para recibir el Santo Sacramento.
Sucedió en la Gruta de Massabielle, en la ribera del río Gave de Pau, en las afueras de la pequeña población de Lourdes, ubicada en las estribaciones de los Pirineos, durante la Aparición # 16, el jueves 25 de marzo de 1858. Fue el gesto que dio credibilidad a las Apariciones, pues por fin la visión había revelado su nombre.
Después de escuchar asombrada las palabras de la bella Señora, la joven vidente corrió, casi sin aliento por su deteriorada salud, hacia la casa parroquial, repitiendo sin cesar, para que no se le olvidara, aquella frase cuyo significado ella no entendía.
Al ser interrogada, Bernardita emocionada, contó al párraco de Lourdes que «ella levantó los ojos hacia el cielo, juntando las manos en signo de oración, que tenía abiertas tendidas hacia el suelo y me dijo: yo soy la Inmaculada Concepción».
Al revelar las palabras de la Señora al sacerdote Abbé Dominique Peyramale, el párroco de Lourdes finalmente dio credibilidad a las Apariciones. Era casi imposible que una jovencita iletrada, que solo hablaba el dialecto de la región, pudiese conocer el dogma de la Inmaculada Concepción. Apenas cuatro años antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado aquella expresión como verdad de fe, como el dogma de la Inmaculada Concepción en su bula Ineffabilis Deus.
Semanas antes, después de la Aparición # 14, el Parroco de Lourdes le había dicho a Bernardita: «Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su nombre y haga florecer el rosal de la Gruta.»
En total, fueron 18 Apariciones, entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, en las cuales la Santísima Virgen fue haciendo revelaciones a Bernardita.
Bernadette Soubirous muere a los 35 años el 16 de abril de 1879 en el Convento de San Gildard de Nevers, donde vivió desde que asumió su vida religiosa en 1866 a los 22 años. «Vengo aquí para ocultarme» había dicho cuando llegó.
Fue canonizada como Santa María Bernardé por el papa Pío XI el 8 de diciembre de 1933, Día de la Inmaculada Concepción.
En los bancos de la antesala de las Piscinas de Lourdes, esperamos nuestro turno con la expectativa nerviosa que crea una experiencia espiritual como esta: sumergirse en las aguas milagrosas que brotan de La Fuente de Lourdes. Nos acompañan cientos de peregrinos que vienen de todas partes del mundo.
Las Piscinas
Situadas río abajo de la Gruta de Massabielle, las piscinas se encuentran dentro de un austero edificio construido en 1958, año de la conmemoración del centenario de las Apariciones. Cientos de peregrinos y personas enfermas se presentan allí cada día para sumergirse en sus aguas. Sin saberlo, posiblemente responden al llamado de la Virgen María, formulado a Bernardita Soubirous durante la Aparición # 9: “vaya a beber y a lavarse en la fuente”.
Existen 10 piscinas para mujeres, 5 para hombres y 2 para niños. Debido a la estricta normativa de higiene sanitaria y de seguridad que rigen las piscinas, se hacen controles del agua regularmente. Desde 1993 el agua se renueva continuamente. Está en un circuito cerrado con filtración continua. Con una temperatura casi constante de 11 a 12 grados, no hay riesgo de contaminación pues a una temperatura tan fría ninguna bacteria se puede desarrollar.
El Rito
Los peregrinos nos presentamos a la entrada de las piscinas y esperamos con devoción ser recibidos en el recinto. Cuando llega su turno entra en una cabina donde los hospitalarios que asisten en la ceremonia le entregan un suave paño blanco de gaza para preservar la intimidad. Se desviste y se envuelve en él.
En la antesala a las piscinas hay cuatro sillas de cada lado para las personas sanas. Otras sillas están reservadas para personas con movilidad reducida. Los peregrinos que llegan en camilla son colocados en el centro.
Al llegar el turno se le invita a entrar al recinto donde se encuentra la piscina. Es una bañera de piedra, llena de agua de la fuente con una imagen de la Virgen al frente. Los hospitalarios te convidan a entrar a la piscina y rezar un Ave María con los pies sumergidos en el Agua de Lourdes. Te dejan en libertad acerca de la manera de vivir ese baño. La costumbre es dejarse caer hacia atrás suavemente con la asistencia de los hospitalarios para sumergir el cuerpo completo en las aguas.
El Origen
El caudal del manantial que fluye en el fondo de La Gruta fue descubierto el 25 de febrero de 1858, durante la Aparición # 9. Es un agua de montaña, poco mineralizada, pero bastante rica en calcio. Su temperatura es de 12°C.
Según testificó Bernardita: «Ella me dijo que fuera a beber a la fuente, no encontré mas que un poco de agua fangosa, al cuarto intento de escarbar conseguí beber. Me mandó tambien a que comiera la hierba que estaba cerca de la fuente, luego la visión desapareció y me marché».
Bernardita había interpretado que debía ir a tomar agua del cercano río Gave, pero la Señora le indicó con el dedo, que escarbara en el suelo. Al hacerlo, comenzó a formarse fango. Bernardita entonces intentó beber la poca agua que en él había, ensuciando su rostro de fango ante las miradas perplejas de la muchedumbre que había comenzando a congregarse alrededor de La Gruta. La gente le comentaba: «¿Sabes qué creen que estás loca por hacer tales cosas?». Bernardita sólo contestó: «es por los pecadores».
Sin embargo, poco después empezó a brotar agua. Desde entoncés, el manantial produce un promedio de 100,000 litros de agua por día.
Estas son las aguas que alimentan las piscinas y abrevaderos de Lourdes a los que acuden millones de personas todos los años, en busca de una sanación milagrosa a sus enfermedades y en actos de fe.
Las Curaciones
En la actualidad los sacerdotes encargados del recinto certifican que siguen registrándose entre 30 y 40 declaraciones de curaciones al año. Además, las estadísticas sobre curaciones milagrosas de las Aguas de Lourdes reconocidas oficialmente por la Iglesia Católica indican que de las 69 reconocidas hoy en día, 40 tuvieron lugar propiamente en las piscinas.
El Santuario
La Gruta y la Basílica de la Inmaculada Concepción construida por el Monseñor Laurence, conocido como el Obispo de las Apariciones, pues fue quien acogió las revelaciones privadas a Bernardita, constituyen el Santuario original. Construida entre 1866 y 1871, la basílica está situada encima de la roca de la Gruta. Inaugurada en el año 1871, fue erigida como basílica menor por el Papa Pío IX el 13 de marzo de 1874. A la derecha de la entrada, está grabada en una lápida de mármol la declaración de la autenticidad de las Apariciones hecha por Monseñor Laurence.
Antes de partir para el Convento de Nevers, el Monseñor Laurence pidió a Bernardita que asistiera a la ceremonia de inauguración de La Gruta y participara en la primera procesión oficial que respondía a la petición de la Virgen. También en vida, supo de la construcción de la Basílica de la Inmaculada Concepción.
En los años subsiguientes se fueron construyendo una serie de iglesias, edificios y pabellones que constituyen en su totalidad el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Todo el recinto gira en torno a La Gruta de Massabielle, el lugar de las 18 Apariciones de la Virgen María a Bernadette. Las iglesias, capillas, edificios y demás dependencias del recinto ocupan una extensión de 52 hectáreas. Cuenta con 22 lugares principales de culto y el responsable es el Obispo de Tarbes-Lourdes, quien a su vez nombra como representante permanente a un Rector.
El Sanctuario de Nuestra Señora de Lourdes proporciona trabajo a más 300 empleados fijos y a aproximadamente 150 trabajadores temporales, además de los Voluntarios que contribuyen para la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes.
Treinta capellanes permanentes asisten a los fieles y peregrinos, les acogen, les acompañan y celebran los Sacramentos. Siete comunidades femeninas voluntarias también están al servicio del Santuario.
!Yo estuve ahí!
Ve a decir a los sacerdotes que se
construya aquí una capilla y que se
venga en procesión.
Aparición # 13 – Martes 2 de Marzo, 1858
Los Signos de Lourdes
EL AGUA: beber y lavarse
El jueves 25 de febrero de 1858, la Virgen María le dijo a Bernadette: “Vaya a beber y a lavarse en la fuente”. Era un charco con agua sucia, pero pronto empezó a brotar agua limpia y clara. Desde entonces, ese manantial no ha dejado de dar agua.
La popularidad del Agua de Lourdes nace de los milagros que acaecieron en este lugar, siempre relacionados con el empleo del agua, bien fuese bebida, en aplicación directa o en baño.
Las personas que beben de esta agua y se lavan con ella lo deben hacer bajo el manto de la esperanza y la fe en la Virgen. El Agua de Lourdes es un signo, como el agua del Bautismo. Purifica y libera.
LA ROCA: tocar
La Gruta de Massabiellees el lugar de las Apariciones, el sitio exacto donde se presentó la Inmaculada Concepción. Los peregrinos pasan por la Gruta y tocan la roca en uno de los actos más devotos y característicos de la peregrinación. Se trata de un gesto de confianza en la realidad inquebrantable de Dios.
La roca es un elemento duro, fuerte, un lugar donde podemos apoyarnos y encontrar soporte y sujeción. Tocar la pared de La Gruta representa el abrazo de Dios, sólido y firme como una roca.
LA LUZ: encender una vela e iluminar
La Luz, representada en las llamas de las velas, significa la fe y esperanza de iluminar y ser iluminados. Bernadette se presentó en La Gruta con una vela encendida la mayoría de las veces. Desde entonces, no ha dejado de haber velas encendidas en La Gruta. Millones de personas han ido depositando sus velas como acción de gracias, ofrenda o petición. Las velas representan las oraciones de los peregrinos.
Lugar cosmopolita y universal, el Santuario de Lourdes es actualmente el primer destino de peregrinación mariana del mundo. Más de 6 millones de peregrinos y visitantes acuden cada año.
De ellos, más de cien mil son enfermos que asisten en busca de alivio y consuelo en sus Aguas Milagrosas.
¡Yo estuve ahi!
Música de Gérard Salesses, de su álbum “Sabathérat”
La pequeña ciudad de Lourdes
Lourdes es una pequeña ciudad ubicada en el corazón de los Pirineos franceses, a tan sólo 20 kilómetros de Tarbes.
En 1858, año de las Apariciones, contaba con una población de apenas 4.000 habitantes. Hoy en día, su población asciende a 15.200 habitantes y cuenta con más de 230 hoteles donde albergar a peregrinos y visitantes. Ocupa el segundo lugar en capacidad hotelera de Francia, después de la ciudad de París.
Lourdes acoge cerca de 6 millones de visitantes al año provenientes de todos los rincones del mundo.
Se encuentra localizada en el suroeste de Francia, muy cerca de la frontera con España.