Son aquellos bancos con los que me he encontrado en el recorrido de mi existencia.
Son los bancos donde me he sentado en distintos momentos de mi devenir, en mi periplo por el mundo, por mi vida.
Son los bancos donde he pensado, leido, reído, llorado, rezado, soñado y amado.
The High Line de New York City, es un parque urbano enclavado en las alturas de los antiguos rieles de una línea ferroviaria, bautizado como «la alfombra voladora», que se ha convertido en el Central Park de las nuevas generaciones. Es uno de los lugares más originales que he visitado en mi recorrido por el mundo.
Tiene unos fantásticos bancos de madera, con variadísimos diseños, desde donde puedes disfrutar la vista de la dinámica ciudad o del sereno río Hudson. Los hay para todos los gustos.
Es un parque de verano construido sobre los viejos rieles de lo que fue la línea de ferrocarriles The New York Central Railroad.
Elevado a diez metros de altura, The High Line recorre el oeste de la Isla de Manhattan, en paralelo al río Hudson. Esta vía férrea se utilizó entre 1930 y 1980, para transportar mercancías a lo largo de la Décima Avenida en la zona industrial de NYC, conocida como el «Meat Packing District» en el renombrado barrio de Chelsea, para entonces una importante zona industrial de la ciudad por su cercanía al río.
Pues bien, esas viajas vías abandonadas por el progreso, que sobrevivieron como un esqueleto inmóvil sobre las calles de Manhattan, son ahora un original parque en las alturas, gracias a la iniciativa de los arquitectos Joshua David y Robert Hamonnd, quienes pusieron en marcha el grupo Friends of the High Line con la intención de rescatar esta reliquia de la próspera historia industrial neoyorquina.
Las obras para su rehabilitación como un espacio urbano inspirado en el concepto de «agri-tectura», una tendencia que fusiona aspectos de la agricultura y la arquitectura, se iniciaron en el año 2006. La primera fase del parque se inauguró en el año 2009 y en la actualidad llega hasta la Calle 34, con una longitud de 2.33 kilómetros.
Durante todo su recorrido el parque The High Line está repleto de bancos para sentarse o tumbarse, siendo un espacio al aire libre que ha adquirido fama a la hora de tomar el sol en los meses de verano en New York.
Las caminerías, con un paisajismo muy original sobre los antiguos rieles del tren, le dan un ambiente refrescante a esta maravillosa propuesta urbana. Su vegetación es un homenaje a las mismas plantas silvestres, que crecieron en las vías abandonadas antes de su restauración.
Este parque público que se eleva por encima de las avenidas del cotizado barrio de Chelsea, ofrece a sus visitante una perspectiva diferente de la ciudad.
En su recorrido hay muchísimos cafecitos y bistrots donde disfrutar un snack , un refrescante te, o una vino bien frío, y muchísimos charquitos refrescantes para remojar los pies recalentados después de tanto caminar.
RUTAS PARA LLEGAR AL PARQUE
El parque The High Line tiene acceso por transporte público desde muchísimos sitios de la ciudad, ya sea por metro o por autobús.
Ilustraciones del parque The High Line de Tania Tovar Torres
ACCESOS AL PARQUE THE HIGH LINE
Cuenta con más de once accesos a lo largo de sus 2.33 kilometros. Algunos de ellos tienen ascensores, otros escaleras y otros rampas para discapacitados. Puede accederse desde los siguientes puntos de la ciudad.
Washington St. at Gansevoort St. (+ elevador)
14th St. al Este de 10th Ave. (+elevador)
16th St. en la 10th Ave. (+elevador, entrada mas cercana al área gastronómica)
18th St. al Oeste de 10th Ave.
20th St. al Oeste de 10th Ave.
23rd St. (+elevador)
26th St.
28th St.
30th St. (+ elevador)
30th St. en 11th Avenue
34th St. en 12th Avenue (+ rampa)
Ilustraciones del parque The High Line de Tania Tovar Torres
PLANO DEL PARQUE
HORARIOS DEL PARQUE
Dic 1 a Mar 31: 7:00 AM – 7:00 PM
Abr 1 a May 31: 7:00 AM – 10:00 PM
Jun 1 a Sept 30: 7:00 AM – 11:00 PM
Oct 1 a Nov 30: 7:00 AM – 10:00 PM
Si vas a la Gran Manzana, debes dedicarle un día a esta zona del Oeste de la ciudad. Hay muchísimas actividades que hacer, incluyendo visitar el Meat Packing Distric, donde se encuentra el famoso Chelsea Market, convertido hoy en un espacio gourmet incomparable con todo tipo de restaurantes y muchísims tienditas de artículos de cocina y gastronomía.
La Sainte Chapelle, también conocida como la «Capilla Real de la Île de la Cité», se encuentra en el centro de la ciudad de París, muy cerca del Barrio Latino. Es una de las obras arquitectónicas cumbre del periodo radiante de la arquitectura gótica, construida por mandato del rey Luis IX de Francia.
Considerada como un enorme relicario, ya que su construcción tuvo el propósito de albergar las reliquias adquiridas por el rey francés a Balduino II, el último emperador latino de Constantinopla.
El hijo de Blanca de Castilla y sucesor del rey Luis VIII, fue canonizado en 1297 como San Luis Rey de Francia.
Vitrales de La Sainte Chapelle – Foto IMarie Núñez
La historia de la Sainte Chapelle comienza en 1241, cuando fueron llevadas a Francia, desde Siria y Constantinopla, la corona de espinas, parte de la cruz, el hierro de la lanza, la esponja y otras reliquias del martirio de Jesucristo, adquiridas por el piadoso rey. Fue el último rey europeo que emprendió el camino de Las Cruzadas contra los musulmanes, primero entre 1248 y 1254 en la Séptima Cruzada y luego en 1270 en la Octava Cruzada, durante la cual muere, el 25 de Agosto de 1270 en Túnez, a consecuencia de la disentería, al igual que su padre el rey Luis VIII.
El rey Luis IX acudió a recibir personalmente estas reliquias de manos del Emperador Balduino II, y entró en París con ellas, descalzo, depositándolas provisionalmente en la Capilla de San Nicolás en el palacio real hasta tanto se construyera una capilla digna de tan importantes reliquias. La construcción de la Sainte Chapelle, presumida a cargo de Pierre de Montreuil, se realizó en un tiempo récord para esa época: entre 1242 a 1248.
Durante la Revolución Francesa fue saqueada y muchas de sus reliquias desaparecieron. Es considerada Monumento Nacional de Francia y sobresale por sus imponentes e inspiradores vitrales, de los cuales al menos un tercio de ellos son originales de la época de su construcción, hace más de 800 años.
La Saint Chapelle se encuentra adyacente al Palacio de Justicia y muy cerca de La Conciergerie. Se puede llegar en Metro. La estación más cercana es Cité de la línea 4. Alternativamente también se puede llegar a la estación Chatelet, al norte, del otro lado del Senna y cruzar el puente para llegar a La Sainte Chapelle. Es una caminata divina como sólo se disfruta en París.
Entrada al Palacio de Justicia – Foto IMarie Núñez
En el camino a la Sainte Chapelle te encontrarás con la Place Saint Michel, construida en 1855 por mandato de Napoleón III, con su fuente monumental que data de 1860.
Place Sainte Michel – Foto Maria Eugenia Pinaud
Fuente de la Place Sainte Michel – Foto IMarie Núñez
Durante la mayor parte del año hay conciertos en la Sainte Chapelle. Puedes disfrutar de las obras de Vivaldi, Bach o Mozart interpretadas por las mejores orquestas de Francia en un ambiente inigualable, rodeado de siglos de historia.
Son aquellos bancos con los que me he encontrado en el recorrido de mi existencia.
Son los bancos donde me he sentado en distintos momentos de mi devenir, en mi periplo por el mundo, por mi vida.
Son los bancos donde he pensado, leido, reído, llorado, rezado, soñado y amado.
Bancos de peregrinos
Saint-Serninde Toulouse
1096
19
Los Bancos de la Basilique Saint-Sernin de Toulouse
Los bancos de la Basilique Saint-Sernin de Toulouse han recibido, durante siglos, a los peregrinos del Camino de Santiago que toman la Vía Tolosana para luego continúar su caminata hasta culminarla en la Catedral de Santiago de Compostela. Son los bancos del silencio, del encuentro y de la fe.
La inmensa construcción es la iglesia románica más grande de Occitania y la segunda más antigua de Francia. Su construcción se inició en el año 1077 y su altar mayor fue consagrada, diecinueve años después, por el Papa Urbano II en 1096.
Para dar cabida a los peregrinos, que obtuvieron un gran auge en la Edad Media, sus arquitectos incluyeron en su diseño constructivo un corredor continuo alrededor de toda la periferia de la iglesia, por el cual los visitantes podían caminar, admirando la estructura de la basílica, visitando las reliquias y observar sus tesoros artísticos, sin interrumpir el ritmo normal de las celebraciones religiosas. Este espacio para los caminantes llegó a llamarse «el deambulatorio». Con el tiempo, en toda su longitud se crearon pequeñas capillas, que parten radialmente de la cabecera y rodean, por detrás, al altar mayor de la basílica.
La Basilique Saint-Sernin de Toulouse fue el cementerio, desde el principio del milenio, de los Saint-Gilles, el linaje de los Condes de Tolosa que gobernaron la región durante siglos hasta que fueron despojados de sus tierras con la llegada de Los Cruzados y por los interdictos de la Iglesia.
Un día de agosto del año 1222, parado en el umbral de La Puerta de los Condes, el admirado y belicoso Raimundo VI de Tolosa, un eterno excomulgado de la Iglesia católica por negarse a perseguir a los Cátaros, sufrió una apoplejía debido al intenso calor veraniego. Escuchaba desde afuera a algunos compasivos sacerdotes que alzaban su voz a favor del Conde para que se le permitiera escuchar el oficio de la Santa Misa. Al Conde Raimundo VI de Tolosa le estaba prohibida la entrada al templo. El prior de Saint-Sernin se negó a levantar la excomunión al moribundo anciano de 66 años, quien falleció pocas horas después. Negó a su cadáver cristiana sepultura en la ancestral cripta familiar donde todavía hoy reposan las cuatro generaciones de condes anteriores.
También allí se encuentra la cripta de San Saturnino. Las crónicas dicen que fue el primer obispo de Toulouse, quien en el año 250 d.c. murió, arrastrado por un toro, en las escalinatas del Capitolio de la ciudad. En el Siglo IV, uno de sus sucesores en la sede católica tolosana, localizó su tumba y construyó un pequeño oratorio en el lugar. Más adelante y debido a la devoción que despertaba el mártir, se construyó un nuevo espacio de devoción en un sitio más adecuado. A principios del siglo V se trasladaron los restos mortales del santo al nuevo templo. Sobre esas mismas tierras, casi cinco siglos después, se construyó en su honor, la Basilique Saint-Sernin de Toulouse, consagrada por el Papa Urbano II en el año 1096, donde aún se encuentra su tumba.
Si deseas visitar el recinto a donde se encuentra la cripta de San Saturnino, debes visitar la basílica el 29 de noviembre, que por ser el día del santo, es la único fecha en que está abierta al público.