Labios rojos

La pintura de labios roja tiene una fascinante y milenaria historia; un devenir que nos lleva a la civilización egipcia donde la utilizaba la elite y a la Antigua Grecia donde era un privilegio de las hetairas, la clase más alta de las prostitutas, que eran mujeres libres e intelectuales que podían escoger a quién ofrecer sus servicios.  

El primer registro de uso de tintura roja en los labios nos lleva a la reina de los sumerios Puabi Ur-Nammu de la antigua Mesopotamia, 2500 años antes de Cristo, quien aparecía con los labios enrojecidos en las pinturas descubiertas en su tumba por el arqueólogo británico Leonard Woolley entre 1922 y 1934; también a Cleopatra, la última reina egipcia de quien se dice que trituraba escarabajos y hormigas para obtener el tono exacto del rojo sangre que deseaba para sus labios y quien murió en Alejandría, Egipto en el año 30 a.C.. En el siglo XVI destaca la reina Isabel I de Inglaterra, famosa por su obsesión con el maquillaje blanquecino y sus labios rojos, quien creo un estilo icónico en su corte. 

George Gower, óleo, 1588

Pero en esas épocas era un suicidio pintarse los labios, pues la primera tintura roja de labios que ha sido documentada estaba elaborada de rocas rojas pulverizadas y carbonato de plomo blanco.  Según la revista francesa ELLE el término “beso de la muerte” surgió debido a la mezcla del fucus-algin, yodo y bromo manita, una mezcla altamente tóxica que se usaba comúnmente para hacer la tintura rojo para los labios y que era potencialmente fatal si se usaba con frecuencia. Afortunadamente, con el transcurrir de los años y debido a su popularidad, la pintura roja para los labios comenzó a elaborarse con tinturas basadas en plantas hasta que su fórmula evolucionó, en los tiempos modernos, a componentes como la cera de abeja y el aceite de castor.

Con la llegada del siglo XX surge el tubo de metal cilíndrico para el lápiz labial, que hasta ese momento, venía envuelto en papel de seda.  Con ello, millones de mujeres tuvieron acceso a este atrevido cosmético, en una era en que estaban más expuestas que nunca a la opinión pública debido a surgimiento de los  movimientos femeninos en la lucha por derechos civiles igualitarios. En ese momento se convirtió en un ícono de la lucha social.


Entre las muchas historias relacionadas con el labial rojo, destaca la de Elizabeth Arden, a los 30 años de edad, cuando en 1915 y en apoyo al movimiento pro-sufragio femenino, entregó cientos de pinturas de labios rojas a las mujeres que marcharon frente a la puerta de su salón recién inaugurado en la Quinta Avenida de New York.



Pero de todas las historias relacionadas con el devenir de la pintura de labios roja, siento una especial fascinación por la de Winston Churchill, primer ministro del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.


Beauty is Your Duty

El Primer Ministro inglés acuñó el eslogan “beauty is your duty”: la belleza es tu deber. La consigna no tardó en convertirse en un acto de compromiso patriótico inapelable, reforzado por la edición británica de la Revista Vogue. A pesar de que, durante la II Guerra Mundial, el Reino Unido paralizó la producción de cosméticos en aras de actividades más urgentes, Churchill decidió hacer una excepción con el lápiz de labios rojo, al afirmar que su uso “levantaba la moral de la población”. En medio de la confrontación, con la gente sufriendo por la contaminación ocasionada por las armas químicas y atravesando un largo periodo de enfermedades, el pintalabios fue considerado producto de primera necesidad. Mientras que la gasolina, el azúcar, los huevos y otros productos eran racionados, los labiales se repartían a las mujeres británicas con la misma frecuencia que la harina. 

El Premier británico pidió a las mujeres que usaran el pintalabios para levantar el ánimo de sus esposos, quienes, como soldados, combatían en la guerra. Así, ellos además de luchar con ímpetu, mantendrían la esperanza de poder volver a casa para reencontrarse con sus bellas esposas. 

Una razón más que motivo a Churchill para promover el uso del lapiz labial rojo, fue el odio público y notorio que Adolf Hitler demostró por cualquier tipo de cosmética. 

“Eran vidas ordinarias impactadas por acontecimientos extraordinarios. Si cada parte de su existencia era intervenida por el gobierno, la apariencia era lo único que ellas podían controlar”.

Laura Clouting – historiadora
Ministry of Information Photo Division, UK, 1941 / Imperial War Museums – IWM/Getty Images

Gráficas: Archivos Revista Vogue, 1941 – Portada Mademoiselle, 1945. Foto Fritz Henle/ Condé Nast vía Getty Images

Publicaciones de moda y firmas cosméticas se sumaron al reclamo del eje aliado. Elizabeth Arden creó un kit de maquillaje para las mujeres de la marina estadounidense que hacía juego con sus uniformes. Helena Rubinstein ideó tonos de lapiz labial y sombras con nombres como, Rojo de Regimiento, Rojo Comando y Rojo Combatiente.

 “Ningún labial, ni el de nuestra firma ni el de ninguna otra, va a ganar la guerra. Pero simboliza una de las razones por la que estamos peleando… el preciado derecho de las mujeres a lucir femeninas y hermosas, bajo cualquier circunstancia”, afirmaba la campaña publicitaria ‘Guerra, mujeres y pintalabios’ de la marca Tangee.

Ejército americano, 1944, Getty Images

La anécdota histórica de Bergen-Belsen

La relevancia del pintalabios, en tiempos de crisis, queda evidenciada en la anécdota contada por el teniente coronel británico Mervin Willet Gonin, quien durante la II Guerra Mundial, tras liberar el campo de concentración de Bergen-Belsen, escribió en su diario:

«Cuando la Cruz Roja llegó al campo con una gran cantidad de barras de labios, un pedido contrario a lo que se había solicitado como prioritario… No sé quién las pidió, pero me encantaría saberlo. Fue obra de un genio, inteligencia en estado puro. Creo que nada hizo más por estas internas que esas barras de labios. Las mujeres se tumbaban en la cama sin sábanas ni camisones, pero con los labios rojos. Las veía deambular sin nada más que una manta por encima de los hombros, pero con los labios pintados de rojo. Por fin, alguien había hecho algo para convertirlas de nuevo en individuos, ya no eran solamente un número tatuado en el brazo. Por fin podían tener un interés en su apariencia. Este lápiz de labios les empezó a devolver su humanidad.”

Teniente Coronel Mervin Willet Gonin

Aunque hablar sobre maquillaje en tiempos tan duros como los que vivimos podría parecer un tema frívolo y superficial, más allá de la colaboración clave de la industria a la hora de transformar sus líneas de producción cuando la historia lo ha requerido, la conocida periodista y escritora Rachel Felder, autora del libro «Red Lipstick, An Ode to a Beauty Icon«, defiende su utilidad y relevancia: “El pintalabios sube la moral, pero es mucho más que eso, en tiempos de crisis, como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, les aporta a las mujeres un sentido de normalidad. En estos días, en los que la gente está lidiando con el estrés, el confinamiento y la pérdida de sus seres queridos, mantener esos pequeños detalles diarios, que te hacen sentir normal, es muy importante. El pintarse los labios de rojo cada mañana te empodera”. 

Su simbolismo es tal que, a principios de este siglo, Leonard Lauder, consejero de Estée Lauder, acuñó el término «efecto pintalabios». Este indicador económico hace referencia al hecho de que la industria cosmética se mantiene inamovible e incluso incrementa sus ventas en tiempos de crisis.


Si te gusta este apasionado tema, te recomiendo el libro de Rachel Felder

“Red Lipstick, An Ode to a Beauty Icon”. 

Es un compendio único, a todo color, que celebra y explora el poder perdurable y el encanto del tono de labios más icónico del mundo: el rojo. Está repleto de historias entretenidas, anécdotas, hechos poco conocidos, citas y más de 100 imágenes magníficas extraídas del arte, fotografía editorial y publicidad de belleza y moda.

Puedes encontrarlo en: AMAZON

¿Quién es Rachel Felder?

Es una periodista que escribe sobre viajes, tendencias y estilo para una amplia gama de publicaciones. Su trabajo ha aparecido en New York Times, International New York Times, Financial Times, Travel and Leisure, Departures, New York Magazine, People, Rolling Stone, Town and Country, Women’s Wear Daily y en los sitios web de Vanity Fair y The New Yorker. 

Autora de «Insider Brooklyn» (Harper Design) y «Manic Pop Thrill» (Ecco) y coautora con Reed Krakoff de «Fighter» (Viking Studio), ha aparecido en conferencias como TEDx Oxford y SxSW. Puedes seguirla en sus redes:

@rachelfelder – Instagram: @rachelfelder


¡Píntate los labios!

El arte del silencio

El ruido innecesario es la falta de atención más cruel que se le puede infligir a una persona, ya esté sana o enferma…

Florence Nightingale

Biografía


Con esas palabras describió la necesidad del silencio Florence Nightingale, la extraordinaria inglesa considerada precursora de la enfermería moderna. Dos siglos más tarde, la neurociencia moderna ha confirmado que efectivamente el silencio contribuye significativamente a regenerar el cerebro.

Importantes estudios actuales han demostrado que el silencio favorece el desarrollo celular en el «hipocampo», la región del cerebro relacionado con la memoria y los sentidos. Sorprendieron los resultados al comprobar que la ausencia total de estímulos acústicos tenía un efecto mayor que cualquier estímulo auditivo en los procesos cognitivos del aprendizaje, la memoria y la emoción.

Hasta hace poco se afirmaba que las neuronas no tenían capacidad para regenerarse y que nuestro cerebro estaba condenado al declive progresivo e inexorable con el paso del tiempo.  Con el descubrimiento de la «neurogénesis»,  esta visión ha cambiado radicalmente y los neurocientíficos ahora  se centran en descubrir qué es lo qué mejor estimula la regeneración neuronal.


Estudios reveladores

 

 

Imke Kirste, investigadora de Duke University, en Inglaterra, publicó en 2013 un estudio  sobre el silencio y la neurogénesis. Los investigadores de esta reconocida universidad han descubierto que el silencio tiene un impacto enorme en el cerebro. Comprobaron que nuevas células crecían en la zona del hipocampo del cerebro de los ratones que se quedaban en silencio durante dos horas diariamente. La zona del «hipocampo» en el cerebro es precisamente la encargada de los procesos cognitivos del aprendizaje, la memoria y la emoción.  Además, constataron que esas nuevas células eran capaces de diferenciarse e integrarse posteriormente al  sistema nervioso central para cumplir diferentes funciones.

Insisten los neurocientíficos de este centro de investigación que reservar algunos minutos al día para estar en completo silencio podría ser muy beneficioso para nuestro cerebro, ayudándonos a conservar la memoria y a ser más flexibles ante los cambios.

Puedes leer el estudio científico aquí: http://link.springer.com/article/10.1007%2Fs00429-013-0679-3


    El silencio permite que el cerebro le dé sentido a la información…    

Otro estudio destacado de Harvard University en Cambridge, Massachusetts, USA., revela que nuestro cerebro tiene una “red por defecto” que se activa cuando estamos descansando. Esa red se encarga de evaluar las situaciones y la  información a la que nos hemos expuesto a lo largo del día y las integra en nuestra memoria o las descarta si son irrelevantes.

Básicamente funciona reclutando una serie de regiones del cerebro, que son las encargadas de seguir trabajando por debajo del nivel de la conciencia. Esta red también es la principal responsable de los destellos de genialidad ya que se encarga de ir atando cabos y buscar soluciones a los problemas.

Recientemente, investigadores de Harvard University descubrieron que esa red se activa de forma significativa cuando reflexionamos sobre nosotros mismos en silencio, por lo que sería esencial para la reafirmación de  nuestra identidad.

Afirman que esa «red por defecto» se activa cuando estamos en silencio y con los ojos cerrados, ya que cualquier estímulo del medio ambiente exterior que nos distraiga la disminuye o apaga.


 El silencio es el mejor antídoto contra el estrés…  


Las ondas del sonido provocan vibraciones en los pequeños huesos del oído, los cuales transmiten el movimiento a la «cóclea», donde se convierten en señales eléctricas que llegan hasta el cerebro. Nuestro cuerpo está programado para reaccionar de manera inmediata ante estas señales, incluso durante el sueño profundo. Por ello, el ruido provoca una activación de la «amígdala» , la región del cerebro donde se procesan y almacenan las reacciones emocionales. Esta responde estimulando la producción de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que incrementan nuestro nivel de estrés.

El estudio realizado por investigadores de Cornell University en Ithaca, New York, USA., ha comprobado que los niños que viven en zonas cercanas a los aeropuertos, o en lugares donde hay mucho ruido, son más vulnerables al estrés. Estos niños tenían una presión arterial más alta y niveles más elevados de cortisol que los que vivían en zonas de baja contaminación sónica.


El silencio es la primera piedra del templo de la filosofía…  

 Pitágoras

Biografía


En una investigación llevada a cabo por la Università di Pavia, Italia, midieron los niveles cardiovasculares y respiratorios de un grupo de músicos mientras escuchaban una secuencia de melodías encadenadas con breves momentos de silencios entre ellas.

Según el estudio, los mayores niveles de relajación no se obtuvieron mientras los músicos escuchaban sonidos relajantes, sino durante las pausas en las que lo único que percibían era el silencio.

No sólo se reducía el estrés ; también lo hacían los niveles de la presión sanguínea.

«Tan solo dos minutos en silencio absoluto son más beneficiosos que escuchar música relajante y provocan una mayor disminución de la presión sanguínea…», afirma la investigación.

Puedes leer el estudio científico aquí: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1860846/


La ciencia del silencio

¡Los científicos están sorprendidos con los resultados! Un estudio reciente publicado en la Revista Stroke, el órgano divulgativo de la  American Stroke Association, relacionado con pacientes con cúmulos de colesterol en la pared de las arterias, concluyó que las personas que meditan, frente a las que no lo hacen, muestran una disminución del 11% en el riesgo de un ataque cardíaco y una disminución del 15% en el riesgo de tener algún accidente cerebrovascular.

El poder del silencio y la meditación pueden transformar la forma de pensar, sentir y actuar. Es una formula efectiva  para  calmar la mente y estar presente en el hoy y el ahora o  «mindfulness» y limitar el desorden que nos desborda diariamente en la vida contemporánea.


BENEFICIOS DEL SILENCIO


Descansa la mente más que dormir
Restaura la energía del cerebro
Estimula el sistema inmunológico mejorando la salud general
Da paz interior
Aumenta tu concentración y tu capacidad cognitiva
Hace ver y sentir más joven y energético
Incrementa la creatividad
Estimula la regeneración neuronal
Regenera las conexiones neuronales
Reduce el estrés disminuyendo los niveles de cortisol y adrenalina en la sangre
Permite una buena regulación e interacción de todos los sistemas relacionados con las hormonas en tu cuerpo
Baja la presión sanguínea
Ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares
Reduce el dolor

Soy tan partidario de la disciplina del silencio, que podría hablar horas enteras sobre ella…

George Bernard Shaw

Biografía


Trabajar enfermo daña tu cerebro

 
“Estoy trabajando desde mi casa, porque estoy de reposo”.
“Tengo gripe, pero me llevo el laptop para la casa”.
 
“Me sentía mal, hice una transacción bancaria y me equivoque”.
 
“Me siento un poco mejor, así que decidí escribir el próximo capítulo de mi novela, y no se donde comenzar”.
 

¿Te suena familiar?

Pues sucede que a nuestro cerebro no le gusta trabajar cuando estamos enfermos, ya sea porque padecemos una gripe, un virus, una infección o una afección mayor.  Hacerlo, puede causar daños permanente a nuestro cerebro. 

Un cerebro enfermo es un cerebro poco inteligente, y de la misma manera que nuestro cuerpo se siente decaído, soñoliento, adolorido y sin energía, cuando estamos enfermos la habilidad de nuestro cerebro de pensar, sentir, aprender y reaccionar se ve reducida. 

Nuestro cerebro es un órgano extremadamente complejo y delicado que participa directa o indirectamente en todos los procesos corporales. Regula funciones como los latidos del corazón, el equilibrio de fluidos, la presión arterial, el equilibrio hormonal y la temperatura del cuerpo. Es responsable del movimiento, la cognición, el aprendizaje, la memoria, las emociones humanas y, por lo tanto, de la salud en general. Necesita mucha glucosa para funcionar en óptima condiciones; nuestro sistema inmunológico también necesita grandes cantidades de glucosa para atacar la enfermedad.

Tan pronto como nuestro cuerpo detecta un elemento invasor, nuestro sistema inmunológico entra en acción y desencadena la liberación de varios tipos específicos de citoquinas, una de las cinco bases nitrogenadas que forman parte de los ácidos nucleicos o ADN. Según una investigación del Concordia College en Minnesota, USA, estas pequeñas proteínas realizan muchas funciones diferentes, pero son básicamente los mensajeros de nuestro sistema inmunológico, y alertan al sistema nervioso central de que estamos enfermo y que necesita montar un contraataque. Mientras activan las defensas de nuestro sistema inmunológico, las citoquinas también alteran la química del cerebro, explica Andrew Smith, Ph.D., investigador de salud y psicólogo de la Cardiff University en el Reino Unido. 

Las investigaciones muestran que debido a ello, nuestro estado de ánimo es uno de los aspectos que mas cambia cuando uno se enferma. Tendemos a ponernos de mal genio y experimentar algo a lo que los psicólogos se refieren como «afecto negativo», que es un término elegante para “sentirse mal sobre usted mismo y la vida en general”.

Los experimentos del doctor Andrew Smith han encontrado que la avalancha de químicos liberados para combatir la enfermedad también afectan el rendimiento mental, específicamente el estado de alerta y el tiempo de reacción.

Revelan que la capacidad de nuestro cerebro para sintetizar información verbal también flaquea. Los cambios en la actividad de los lóbulos frontales del cerebro pueden ocasionar problemas con nuestras funciones psicomotoras, que incluyen coordinación, fuerza, velocidad y equilibrio. 

También hay evidencia de un experimento de la Southampton University  en el Reino Unido,  de que estar enfermo confunde la capacidad de nuestro cerebro para almacenar nueva información y recuerdos. Si bien las personas sometidas al experimento obtuvieron buenos resultados en la mayoría de las pruebas de memoria, su rendimiento se vio afectado cuando se trataba de repetir tareas que habían aprendido mientras estaban enfermos. Esto significa que estudiar o aprender una nueva habilidad mientras estamos enfermo no es muy recomendable.

Además de curar nuestro resfriado con mucho descanso y bastantes líquidos, los estudios indican que no hay mucho que se pueda hacer para compensar la desafortunada fuga de inteligencia asociada con la enfermedad. Pero al menos en lo que respecta a su estado de alerta, Smith ofrece una solución simple: cafeína. Su investigación muestra que un poco de café u otra bebida con cafeína puede ayudar a agudizar su cerebro incluso cuando no se encuentra bien.

A pesar de la preocupación que nos puede causar el reposo por una gripe u otra enfermedad, el quedarse en casa y descansar hasta estar totalmente restablecido es importante, porque según el University of Mississippi Medical Center en USA, tratar de apresurar nuestra recuperación  puede exacerbar los síntomas y retardar nuestra total curación. 

Así que ya sabes, la próxima vez que estes enfermo, no trabajes, duerme todo lo que puedas, y cuanto mucho y a raticos lee una buena novela, mejor poesía, y deja los ensayos para otro día. 

¡Tu cerebro te lo agradecerá!


Comparto esta interesante entrevista al Dr. Bruce Lipton.

Bruce Lipton es un doctor en biología celular y uno de los pioneros en investigaciones de epigenética. Estudio en la Universidad de Virginia en Charlottesville (1971).

Aunque muy controvertido dentro de la comunidad científica, no se trata de un gurú, ni de un pseudocientífico. Lipton impartió clases de Biología Celular en la facultad de Medicina de la Universidad de Wisconsin y más tarde desarrolló estudios pioneros de epigenética en la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford que lo llevaron al convencimiento de que nuestro cuerpo puede cambiar si reeducamos nuestras creencias y percepciones limitantes. Afirma que “los pensamientos curan”. Aquí les dejo una interesante entrevista a ver que le parece su teoría.