¿Quién fue ALICE B. TOKLAS ?

ALICE B. TOKLAS & GERTRUDE STEIN

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Alice Babette Toklas nació en San Francisco, California, el 30 de abril de 1877, en el seno de una familia judía de clase media y recibió una educación poco común para una mujer de su época en escuelas de Seattle y San Francisco. Durante un breve tiempo estudió música en la Universidad de Washington. Fue una mujer de avanzada intelectual en su época. En 1907 se traslada a París, donde conoce a Gertrude Stein el mismo día de su llegada a esa ciudad.

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Gertrude Stein, nació en el año 1874, en Pennsylvania, Estados Unidso, de una familia, también judía, de clase alta, fue una escritora de novelas, poesía y teatro, considerada una pionera de la literatura modernista.  Su obra rompió con la narrativa lineal  y las convenciones temporales del Siglo XIX.  Stein, que desde 1903 había convertido a la ciudad de París en su residencia, era también una importante y renombrada coleccionista de arte moderno y miembro de la élite intelectual parisina de la  época.

Alice se convirtió en la confidente de Gertrude Stein. Fue su amante, cocinera, secretaria, mecanógrafa, musa, editora, crítica y administradora. Mientras Stein ocupaba el centro de un exclusivo círculo de la  vanguardia intelectual de la época, Alice se mantuvo siempre fuera de los reflectores y el protagonismo, viviendo bajo la sombra de Stein por muchos años,  hasta que esta publicó sus memorias en 1933 bajo el título “La Autobiografía de Alice B. Toklas”.  Esta obra se convertió en el mayor éxito de ventas de Stein.

Ambas estuvieron juntas por 39 años,  hasta que Gertrude murió en 1946 en la ciudad de Paris.  Alice murió también en Paris, veinte años después,  el 7 de marzo de 1967 a los 90 años.


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27 Rue de Fleurs, París: El Salón Stein

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La casa de Gertrude Stein y Alice B. Toklas de Paris «reunió confluencias de talento y pensamiento que ayudarían a definir el modernismo en la literatura y el arte.»   Los sábados en la noche se establecieron como el día formal  de “La Congregación” .

Juntas propiciaron y formaron parte de un grupo de intelectuales que atrajo a la generación de escritores expatriados norteamericanos, como Ernest Hemingway, Thornton Wilder y Sherwood Anderson, así como a pintores representativos del movimiento avant-garde, como Picasso, Matisse y Braque. Visitantes frecuentes al Salon Stein fueron también F. Scott Fitzgerald, Sinclair Lewis, Ezra Pound, Gavin Williamson, Francis Cyril Rose, René Crevel, Élisabeth de Gramont, Francis Picabia, Claribel Cone, Mildred Aldrich, Carl Van Vechten.

Tan estrecha fue la relación de Stein con Hemingway, que se convirtió en madrina de uno de sus hijos. Fue quien acuñó la frase la «Generación Perdida». Según Ernest Hemingway, Stein le dijo: «Todos ustedes que han servido en la guerra, eso es lo que son. Ustedes son una generación perdida.» Esta frase hacía referencia a los escritores y artistas estadounidenses que vivieron en el extranjero después de la Primera Guerra Mundial.

Fue Alice B. Toklas  la anfitriona de estas memorables veladas. Ella magistralmente atendía personalmente a las  esposas, novias y amantes de los artistas y escritores, quienes se reunían en una habitación separada, mientras los intelectuales  que asistían a la velada sostenían sus tertulias en el gran salón de la Casa Stein,  junto a Gertrude. Un tiempo  en que la cocina,  la literatura, el arte y la guerra se mezclaron magistralmente.


The Alice B. Toklas Cook Book

Edición de «The Alice B. Toklas Cook Book»

de 1960 con la portada diseñada por Pablo Picasso.

En 1954, después de la muerte de Stein , Alice publica sus memorias en un volumen que mezcla interesantes episodios de su vida, de su relación con los intelectuales de la época y las recetas de la mesa de la Casa Stein que disfrutaban los invitados en las famosas veladas parisinas de los sábados, el dia de «La Congregación”.

Durante más de 25 años, Alice recopiló y adaptó las recetas con las que agasajaba a las celebridades que pasaban por su Salón. El libro, que es el fruto de cientos de horas en la cocina, mercados y huertos, abarca desde las más inventivas propuestas para sus famosos invitados parisinos,  hasta las más creativas recetas  para sobrellevar la austeridad de la guerra.

Después de la muerte de Stein, Toklas escribió este libro a petición de Random House, en desagravio por haberse negado a escribir sus memorias a favor de la obra de Gertrude Stein  “The Autobiography of Alice B. Toklas”.

The Alice B. Toklas Cook Book / El libro de recetas de Alice B. Toklas ha seguido reeditándose continuamente desde su publicación en 1954 y es uno de los 10 libros de cocinas de mayor venta en la historia de la literatura moderna.  Considerado también unos de los libros de cocina más originales del Siglo XX.


 

 

 

Brownies

La receta más famosa

El experimento culinario más famoso que contiene el El libro de recetas de Alice B. Toklas  es el  Fudge de Hashis o Brownies de Marihuana, una mezcla de frutas, nueces, especies y hojas de cannabis sativa. Aunque Toklas afirmó que la receta se la dio su amigo Brion Gysin, su nombre siempre estará ligado a los famosos brownies debido al gran éxito que obtuvieron y a todas las referencias de ellos en el cine, la televisión, los espectáculos y la cultura popular en la década de los  años 60.

En su libro los llama “alimento del paraiso”  y afirma que es una comida que puede alegrar el espíritu de cualquier reunión y es muy fácil de preparar en un día lluvioso. También advierte que dos raciones son más que suficiente y que debe “estarse preparado para ataques histéricos de risa y tormentas de ideas y pensamientos en muchos planos simultáneos.”.

I Love You

Libro de Cocina de ABToklas Amazon

El famoso libro de recetas «The Alice B. Toklas Cook Book», en su versión contemporánea esta disponible en Amazon:  http://www.amazon.com/dp/0061995363/ref=rdr_ext_tmb.

También en Amazon un ejemplar original de 1954, usado, se ofrece por $500.  ¡Artículo para coleccionistas !


Si visitas París, y vas a conocer el famoso Jardín de Luxenburgo, uno de los parques más grandes, populares y hermosos de París, puedes aprovechar para ir caminando hasta 27 Rue de Fleurs donde se encontraba el Salón Stein. Es una caminata de 10 minutos. Una placa en el exterior del edificio conmemora su importancia histórica, pero la propiedad sigue siendo una residencia privada y no está abierta al público.

La Biblioteca de Marilyn

 

Cuando revisas la iconografía de Marilyn Monroe, además de las tomas de rubia sexy de Hollywood y de sus famosos desnudos, encontrarás una gran cantidad de fotografías de ella con un libro entre las manos.

Y es que Marilyn realmente era una asidua lectora y poseía una importante biblioteca con más de 400 volúmenes en los que hacía anotaciones al margen. Sus conocidos han contado que la actriz dedicaba gran parte de su tiempo libre a la lectura. También que la novela y la poesía eran sus géneros favoritos.

Se sabe que hizo cursos de literatura en la UCLA (University of California, Los Angeles, USA). Entre sus autores favoritos estaban James Joyce, Walt Whitman, Heinrich Heine, Saul Bellow y Carl Sandburg.

Tenía una estrecha amistad con los escritores Truman Capote y Isak Dinesen, pues en la época cuando vivía en New York,  frecuentaban los mismos círculos sociales de la Gran Manzana.

Marilyn Monroe estuvo casada con el dramaturgo y escritor americano Arthur Miller, a quien conoció en 1951 y con quien contrajo matrimonio cinco años más tarde. Fue su segundo matrimonio y estuvo casada con el hasta 1961, un año antes de su muerte por suicidio.

Con Arthur Miller

Solía escribir pequeños textos en diarios y libretas y también poesía. En una ocasión después de la muerte de la actriz, Miller declaró en una entrevista que Marilyn había sido “una poetisa callejera que habría querido recitar sus versos a una multitud ávida de arrancarle la ropa”.

Después de su muerte en 1962, las posesiones de Marilyn Monroe pasaron a la custodia de Lee Strasberg, su maestro de actuación y fundador del mítico Actor’s Studio de New York, con quien tenía una estrecha relación y a quien dejó como su único heredero.

En 1999, treinta y seis años después de su muerte, la viuda de Lee Strasberg, conjuntamente con la famosa casa inglesa Christie’s, subastaron las reliquias de la actriz, entre las cuales se encontraba su biblioteca. Los fondos fueron destinados a beneficio de una asociación caritativa para escritores necesitados.

 


Un rápido vistazo a los títulos de los catálogos de la subasta nos revela qué tipo de libros le interesaban a Marilyn.

El conjunto reúne biografías, narrativa norteamericana, rusa y francesa, antologías, libros sobre arte, obras clásicas, psicología, libros de sátira y humor, textos dramáticos y literatura de viajes, además de muchos de sus guiones.

Así, sabemos que en sus estantes Marilyn tenía el Ulises de James Joyce y Crimen y castigo de Fiódor Dostoievski, obras de Poe, Wilde, Chéjov, Proust, Pushkin, Flaubert, Khalil Gibran y Bertrand Russell, y otros textos como La impotencia sexual en el hombre de Leonard Paul Wershub o Cuidados del niño y el bebé de Benjamin Spock.


 

En 2010, con motivo del lanzamiento del libro Fragments: Poems, Intimate Notes, Letters,  que compila  textos y poesías escritos por la actriz, Sam Kashner, uno de los más versatiles y prolíficos editores de la publicación Vanity Fair afirmó en su artículo:

Muchas fotos de Marilyn, las que más le gustaban a ella, la muestran leyendo. Eve Arnold la fotografió para la revista Esquire, en un jardín de Amagansett, leyendo el Ulises de James Joyce;  Alfred Eisenstaedt la fotografió para Life, en la biblioteca de su casa, vestida con pantalones blancos y blusa negra.

 


1953

FOTOGRAFÍAS DE ALFRED EISENSTAEDT

Con Alfred Eisenstaedt

 

Fragmentos

 

 

 

 

 

 

 

 

…poemas, notas personales y cartas.

 

Bernard Comment

 

El libro publicado en el año 2010 por el editor, escritor y guionista suizo Bernard Comment y el productor de cine estadounidense Stanley Buchthal, compila textos personales, cartas y poemas totalmente inéditos de Marilyn Monroe,  que revelan una faceta desconocida de uno de los íconos del siglo XX: su alma de poeta.

Contiene un centenar de facsímiles de esos textos íntimos, escritos desde 1943 hasta la víspera de su muerte, la noche del 4 al 5 de agosto de 1962. Reúne también 33 fotos personales de la artista, así como extractos de sus diarios íntimos, que revelan su pasión por la literatura y los libros.

 

 

 

 

“Se han escrito una decena de libros sobre Marilyn, pero nunca antes se ha publicado un libro con textos suyos”, explica Comment. Subraya el editor que por primera vez es posible “adentrarse en su universo mental” a través de sus propios escritos.

Las cartas de Kennedy

Según Comment, la mayor parte del libro abarca los años 50, en momentos en que la estrella deja Hollywood, donde ha triunfado, para instalarse en New York, cuando se inscribe en el mítico Actor’s Studio, fundado por Lee Strasberg, quien fue el único heredero de Marilyn. “Sus textos muestran cómo Marilyn busca en ella misma su propia verdad, para dar vida a sus mejores papeles, y para afrontar los grandes textos”, agrega Comment.

La literatura está muy presente en los textos de Marilyn, así como los escritores que admira. Aunque no hace muchas referencias directas a los autores, evoca en algunos de estos textos al irlandés James Joyce, a quien ella descubrió en sus comienzos en el Actor’s Studio, al interpretar a los 26 años el mítico monólogo de Molly.

También al gran poeta estadounidense Walt Whitman y al dramaturgo irlandés Samuel Beckett y claro, a Arthur Miller, el dramaturgo con quien estuvo casada.

«Nadie sospechaba que dentro de ese cuerpo vivía el alma de una intelectual y poeta», dice el escritor italiano Antonio Tabucch, quien escribió el prefacio de Fragmentos.

 

 

 


 

1955

FOTOGRAFIAS DE EVA ARNOLD

Con su amiga y fotógrafa Eve Arnold en una sesión de fotografía.

Hay una serie de fotos muy famosas de Marilyn Monroe leyendo el libro Ulises de James Joyce. Fue tomada en 1955 por la fotógrafa Eve Arnold, quien después explicaría:

 

 

Cuando fui a recogerla le pregunté qué estaba leyendo, trataba de hacerme una idea de lo que hacía en su tiempo libre. Me dijo que tenía un ejemplar de Ulises guardado en el coche, y que llevaba un largo tiempo leyéndolo. Dijo que le encantaba su sonido y que  lo leía en voz alta, para tratar de darle un sentido, pero que le costaba avanzar. No era capaz de leerlo de forma seguida. Cuando nos paramos en un parque a hacer las fotos, ella sacó el libro y comenzó a leerlo mientras yo ponía el carrete. Así que, por supuesto, la fotografié.  

 

 

Un libro que sí era capaz de leer durante horas y horas era Hojas de hierba, de Walt Withman, con el que también fue fotografiada en alguna ocasión. Se trataba de uno de sus libros favoritos y en la biografía de Marilyn Monroe del escritor Sam Staggs, éste cuenta que a menudo leía a Withman para relajarse. Cita que Marilyn decía que «(…) el ritmo de sus largos versos libres la arrullaba y la estimulaba al mismo tiempo”.


 

Los libros de Marilyn

En la actualidad la red social de lectura LibraryThing ha logrado realizar una lista de 262 de estos 400 libros a partir de los catálogos de la subasta de Christie’s.

Cada registro va acompañado de un corto perfil, para que podamos saber qué obras pudo haber leído la mítica rubia.

 

 

Puedes ver el catálogo aquí:  http://www.librarything.com/catalog/marilynmonroelibrary

 

 


Una adorable criatura  de Truman Capote

Marilyn  Monroe tenía muchos amigos escritores.  Entre ellos destaca Truman Capote, quien incluye un cuento sobre ella en su libro Retratos, titulado Un adorable criatura.

Puedes leer Una adorable criatura aquí

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Invitación a la fiesta de cumpleaños del presidente  John F. Kennedy

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Orar con melodías

La música de Hildegard von Bingen

A mediados de la década de los 80, una mujer compositora se convirtió en la sensación de todas las ciudades cosmopólitas. Desde Berlín, hasta París, Madrid y New York, no hubo cena de los círculos artísticos,  intelectuales y de vanguardia donde su música no se escuchara sutilmente de fondo. Pero… Hildegard von Bingen, no era exactamente una innovación contemporánea.

Hildegard von Bingen

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Hildegard von Bingen nació hace más de 900 años en la baja Edad Media y la mayor parte de sus 80 y pico de años estuvo recluída en un obscuro monasterio en una apartada montaña de las tierras altas del Rhine. Esta notable mujer  dejó como legado un tesoro de manuscritos iluminados, escritos eruditos, fórmulas magistrales, poesías y canciones compuestas para que sus monjas cantaran en sus devociones.

Su música sublime, que es una afirmación de la vida, se visibilizó cuando un grupo de jóvenes profesionales, que buscaban inspiración en un mundo turbulento, asumieron la aventura de experimentar con sus melodías. Así, una grabación de la música de Hildegard, Una pluma en la respiración de Dios/ «A Feather on the Breath of God»  en la voz de la soprano Emma Kirkby con la agrupación británica Gothic Voices, liderada por Christopher Page, especializados en música antigua y repertorios medievales, se convirtió en un bestseller inesperado.

Hoy Hildegard von Bingen es considerada como una de los primeras compositoras identificables en la historia de la música occidental, ya que mayoría de los compositores medievales fueron «Anónimos».  Sin embargo,  no hubo mención alguna de su música en ningún libro de referencia antes de 1979 y su nombre apenas justificó una entrada en la edición de 1990 de The New Grove Dictionary of Music, el diccionario enciclopédico de la música, considerado por muchos estudiosos como la mejor fuente referencial en su tema.

El interés en Hildegard comenzó a crecer alrededor del 800 aniversario de su muerte en 1979, cuando Philip Pickett y su New London Consort ejecutarón posiblemente las primeras interpretaciones en idioma inglés de cuatro de sus canciones. Y en 1983, el éxito de «A Feather on the Breath of God» despertó la curiosidad del público sobre el autor de estas canciones líricas, sensuales y  vívidas.

Actualmente hay cientos de grabaciones de la música de Hildegard von Bingen, numerosas biografías, incluyendo un excelente relato de Fiona Maddocks, la crítica de música clásica de The Observer, el suplemento de comentarios y análisis del diario británico The Guardian, también fundadora del magazine de música de la BBC de Londres; por no mencionar las novelas, historias populares, documentales, películas y sitios web que la saludan como una temprana feminista y gurú de la Nueva Era.



 st__hildegard_von_bingen_icon_by_theophiliaEl comienzo de la historia 

Hildegard nació en Bermersheim, en el valle del Rhin, actualmente Renania-Palatinado, en Alemania, durante el verano del año 1098, en el seno de una familia noble alemana acomodada. Fue la menor de los diez hijos de Hildeberto de Bermersheim, caballero al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim, y de su esposa, Matilde de Merxheim-Nahet.  Por ser la décima hija de la familia, fue considerada como el diezmo para Dios, entregada como oblata y consagrada desde su nacimiento a la actividad religiosa, según la costumbre medieval.

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Judith de Spanheim, Jutta

De esta manera, fue dedicada por sus padres a la vida religiosa y entregada de muy niña para su educación a la condesa Judith de Spanheim, Jutta, hija del conde Esteban II de Spanheim y por tanto noble como ella, quien la instruyó en el rezo del salterio o libro de salmos, en la lectura del latín, aunque no le enseñó a escribirlo o, cuando menos, no con pericia;  en la lectura de la Sagrada Escritura y en el canto gregoriano.

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Castillo de Sponheim. Grabado de Bei Kreuznach.

Se sabe que durante algunos años maestra y discípula vivieron en el castillo de Spanheim. Al cumplir Hildegard los catorce años, en 1112, ambas se enclaustraron en el monasterio de Disibodenberg, que aun siendo un monasterio de religiosos cistercienses masculinos, acogió a un pequeño grupo de enclaustradas en una celda anexa, bajo la dirección de Jutta. La ceremonia de clausura solemne fue celebrada el 1 de noviembre de 1112. En ella participaron Jutta, Hildegard  y una infanta enclaustrada, también entregada como oblata.

En 1114, la celda se transformó en un pequeño monasterio, a fin de poder albergar al creciente número de aspirantes a la vida religiosa. Ese mismo año, Hildegard asumió la vocación religiosa bajo la regla benedictina, recibiendo el velo de manos del obispo Otón de Bamberg. De esta manera continuó su educación monástica rudimentaria dirigida por Jutta.

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Ruinas del Claustro de Disibodenberg.

Jutta murió en 1136, con fama de santidad tras haber llevado una vida de mucha austeridad y ascesis, que incluyó largos ayunos y penitencias corporales. Hildegard fue elegida como abadesa, magistra, de manera unánime por la comunidad de monjas. Tenía 38 años.

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Desde muy niña, Hildegard tuvo una constitución física débil y una  salud muy frágil.  Sufría constantemente de enfermedades y experimentaba visiones. En una hagiografía posterior escrita por el monje cisterciense Teoderico de Echternach se consignó el testimonio de la propia Hildegard, donde deja constancia que desde los tres años tuvo la visión de  «una luz tal que mi alma tembló».  Estos hechos continuaron aún durante los años en que estuvo bajo la instrucción de Jutta quien, al parecer, tuvo conocimiento de ello.

Vivía estos episodios conscientemente, es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis. Ella los describió como «una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores»; además menciona en sus escritos que  iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y en algunos casos, de música.

En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden sobrenatural de escribir las visiones que en adelante tuviese.

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A partir de entonces, Hildegard dibujó y escribió sus experiencias, que dieron como resultado su primer libro, llamado Scivias /Conoce los caminos, el cual concluyó en 1151. Para tal fin, tomó como secretario y amanuense a uno de los monjes de Disibodenberg llamado Volmar y como colaboradora, a Richardis von Stade,  una de sus monjas.

No obstante, siguió teniendo reticencias para hacer públicas sus revelaciones y los textos resultantes de ellas, por lo que recurrió a uno de los hombres más prominentes de la Iglesia Católica y con la mayor reputación espiritual de su tiempo: Bernardo de Claraval, a quien dirigió una sentida carta pidiéndole orientación sobre la naturaleza de sus visiones y la pertinencia de hacerlas de conocimiento general.

En dicha misiva, enviada hacia 1146, confesaba al ilustre monje cisterciense su visión  como «un hombre que veía directo al sol audaz y sin miedo»,  al mismo tiempo que se atribuía a sí misma «debilidad»,  solicitaba su consejo:

«Padre, estoy profundamente perturbada por una visión que se me ha aparecido por medio de una revelación divina y que no he visto con mis ojos carnales, sino solamente en mi espíritu. Desdichada, y aún más desdichada en mi condición mujeril, desde mi infancia he visto grandes maravillas que mi lengua no puede expresar, pero que el Espíritu de Dios me ha enseñado que debo creer «.

«Por medio de esta visión, que tocó mi corazón y mi alma como una llama quemante, me fueron mostradas cosas profundísimas. Sin embargo, no recibí estas enseñanzas en alemán, en el cual nunca he tenido instrucción. Sé leer en el nivel más elemental, pero no comprenderlo plenamente. Por favor, deme su opinión sobre estas cosas, porque soy ignorante y sin experiencia en las cosas materiales y solamente se me ha instruido interiormente en mí espíritu. De ahí mi habla vacilante».

Hildegard a Bernardo, abad de Claraval

Bernardo de Claraval y el Papa Eugenio III

La respuesta de Bernardo no fue ni muy extensa ni tan elocuente como la carta enviada por Hildegard, pero en ella la invitaba a  «reconocer este don como una gracia y a responder a él ansiosamente con humildad y devoción».

Posteriormente el abad de Claraval intervino ante el papa Eugenio III a favor de Hildegard, ya que tenía trato personal con el obispo de Roma porque éste era también cisterciense y un antiguo discípulo suyo.

El arzobispo Enrique de Maguncia, bajo cuya jurisdicción se encontraba el monasterio de Disibodenberg y que estaba enterado de las visiones y profecías de Hildegard, envió una comisión al papa Eugenio III para informar de lo sucedido y lograr que se declarara sobre la naturaleza de tales dones.

El papa se encontraba por aquellos días en la localidad alemana de  Tréveris para presidir el Sínodo de Obispos que se celebró en aquella ciudad entre 1147 y 1148. En 1148, a petición del papa, un comité de teólogos, encabezado por Alberto de Chiny-Namur, obispo de Verdún, estudió y aprobó parte del Scivias. El papa personalmente leyó en público algunos textos durante el Sínodo de Tréveris y declaró que tales visiones eran fruto de la intervención del Espíritu Santo.

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Dibujos miniaturas de Hildegard sobre sus visiones.

Tras la aprobación, envió una carta personal a Hildegard, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones. Con ello dio comienzo no solo a la actividad literaria aprobada canónicamente, sino también a la relación epistolar que mantuvo con múltiples personalidades de la época, tanto políticas como eclesiásticas, tales como el ya mencionado Bernardo de Claraval, Federico I Barbarroja, Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, que pedían sus consejos y orientaciones. Tal fue su reconocimiento, que llegó a ser conocida como la «Sibila del Rhin».


Enrique II de Inglaterra, Leonor de Aquitania, Federico I Barbarroja, Bernardo de Claraval


Ese mismo año de 1148 y sin haber concluido la redacción del Scivias, una visión la hizo concebir la idea de partir de Disibodenberg y marchar a un lugar «donde no había agua y donde nada era placentero» inspirándola para la fundación de un monasterio en la colina de San Ruperto, Rupertsberg, cerca de Bingen al oeste del río Rhin en la desembocadura del rio Nahe, para trasladar a la crecida comunidad de religiosas y emanciparla de los monjes de Disibodenberg. Sin embargo, Kuno, entonces abad de Disibodenberg, se opuso a su salida, lo que contrarió a la monja en gran medida, al punto de ocasionarle trastornos físicos, que fueron atribuidos a causas divinas.

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«Decían que había sido engañada por la vanidad. Cuando lo oí, mi corazón se afligió, mi carne y mis venas se secaron, y durante muchos días yací en cama».

Vita II, V

Monasterio de Rupertsberg

Ante esta situación intervino la marquesa Richardis von Stade, madre de la monja que servía de secretaria a Hildegard, quien logró convencer a Enrique I, arzobispo de Maguncia, para que diera su autorización para la salida de las religiosas de Disibodenberg y la fundación del nuevo monasterio. Hacia 1150, Hildegard se trasladó a Rupertsberg con cerca de veinte de sus monjas, obtuvo el permiso del conde Bernardo de Hildesheim, propietario de las tierras elegidas y fundó el monasterio de Rupertsberg, del cual se convirtió en abadesa.

Hildegard muere el 17 de septiembre de 1179, a los 81 años de edad. Las crónicas hagiográficas cuentan que a la hora de su muerte aparecieron dos arcos muy brillantes de diferentes colores que formaban una cruz en el cielo.

Entre 1180 y 1190 el monje Teoderico de Echternach escribió la Vita de Hildegard, recogiendo pasajes autobiográficos que la monja había dejado y contado.

Liber Scivias

 


Proceso de Canonización

El papa Gregorio IX abrió su proceso de canonización en 1227, pero no se concluyó. Fue reabierto por Inocencio IV en 1244, sin que tampoco concluyera. Sin embargo, debido a la difusión de su culto se la inscribió en el Martirologio romano,  incluyéndose además su nombre en algunas letanías; se extrajeron reliquias de su sepulcro; se celebró su fiesta litúrgica; se le atribuyeron milagros y sus representaciones pictóricas y escultóricas comenzaron a ser objeto de veneración. En 1940 se aprobó oficialmente su celebración para las iglesias locales.

Con motivo del 800 aniversario de su muerte en 1979 el papa Juan Pablo II se refirió a ella como «profetisa y santa». De la misma manera, en 2006, el papa Benedicto XVI también se refirió a Hildegard como santa y la encomió como una de las grandes mujeres de la cristiandad junto con Catalina de Siena, Teresa de Ávila y la madre Teresa de Calcuta.

En el año 2010 el papa Benedicto XVI dedicó a Hildegard las Audiencias Generales dentro del marco de una serie de catequesis sobre escritores cristianos, siendo la primera mujer presentada en estas catequesis. Recordó, entre otras cosas, que los contemporáneos de Hildegard la consideraron con el título de «profetisa teutónica» y puntualizó el valor teológico de sus escritos y enseñanzas.

El papa Benedicto  XVI durante el Rito de Proclamación de Santa Hildegarda Von Bingen, “Doctor Eclesiae

En diciembre de 2011, el papa Benedicto XVI anunció la decisión de otorgar a santa Hildegard el título de «Doctora de la Iglesia».

El 10 de mayo de 2012 procedió a inscribirla en el catálogo de los santos y extender su culto litúrgico a la Iglesia universal, en una «canonización equivalente». El 27 de mayo de 2012 durante el rezo del Regina Celi del día de Pentecostés, el papa determinó la fecha para su proclamación como «Doctora de la Iglesia».

El  7 de octubre de 2012, ochocientos treinta y tres años después de su muerte, el papa Benedicto XVI, durante la misa de apertura del Sínodo de los Obispos en la Basílica de San Pedro en Roma, realizó la proclamación oficial por la cual se le concedió el título de Doctora para la Iglesia Universal y declaró el 17 de Septiembre, día de su muerte,  como su fecha de celebración.

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SU ICONOGRAFÍA

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La iconografía religiosa de Hildegard es escasa, probablemente porque su culto fue local durante mucho tiempo. Se le retrata con los atributos propios de una abadesa de la orden de san Benito: báculo abacial y hábito benedictino con velo negro y blanco. Sus representaciones más antiguas reproducen la manera en que aparece en las miniaturas de sus escritos: sentada con un estilo en la mano en actitud de escribir sobre un par de tablillas o dictando a un monje, con cinco flamas alrededor de la cabeza representando la visión divina. Más tarde se cambia el estilo por una pluma de ave, con algún pergamino o libro en la mano, comúnmente el Scivias, y algún instrumento musical.

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Escultura de Hildegard de Oswald Karlheinz en la Abadia de Eibingen en Rupertsberg.

moneda«Ha sido considerada como una de las personalidades más fascinantes y polifacéticas del occidente europeo. Probablemente sea una de las figuras más ilustres del monacato europeo femenino y quizas la que mejor ejemplificó el ideal benedictino».


 

SU MÚSICA

 


La única enseñanza músical que Hildegard recibió de Jutta fue la instrucción en el canto y los deberes de una monja del coro. Pero ella había crecido escuchando los cantos de la misa romana y puso sus propios versos vibrantes y coloridos a la música para crear antífonas, respuestas, secuencias e himnos.

Christopher Page, fundador de la agrupación Gothic Voices, miembro de la academia de la música británica y experto en música medieval, quien ha hecho  una investigación exhaustiva sobre la obra de la santa y editado la música de Hildegard para Una pluma en el aliento de Dios, admite que las circunstancias en las que ella compuso todavía son un misterio.

«No sabemos si Hildegard estaba sentada y tarareando las canciones, o si estaba canturreando y escribiendo en una tableta blanca, con una versión final escrita por alguien más en una pizarra o pergamino», dice el experto.  Añade: «No sabemos si las palabras vienen primero, o si las palabras y la música surgen juntas en un desarrollo orgánico. Tampoco sabemos cuánta influencia pudieron haber tenida en ella sus secretarios masculinos y los sacerdotes que la rodearon. Nada de eso está claro», concluye Christopher Page.

Lo sorprendente de esta secuencia, dice el experto refiriéndose a la composición  Una pluma en el aliento de Dios,  y de hecho toda la música de Hildegard, es lo elaborada que es en relación con la mayor parte del canto gregoriano propio de su tiempo.  Un ejemplo de pura expresión artística que se une a la forma y a la función. Su música se destaca para las líneas que se elevan, los altos interválicos y el movimiento melódico que es más angular que secuencial.

A pesar de haber sido reconocida en la Europa de su época como una de las mujeres de mayor influencia, sabia y profética, no hay evidencia de que su música haya sido jamás escuchado fuera de su propio convento.

Hoy en día, sus composiciones han superado estelarmente la prueba del tiempo y su música está más vigente que nunca.

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EL DISCO disco-richard-souther

De todas las producciones discográficas que se han realizado en los últimos años de la música de Hildegard von Bingen, Vision, la obra de Richard Souther es excepcional.

Richard Souther es un músico extraordinariamente talentoso, escritor, productor, arreglista y diseñador acústico. Un niños prodigio que tocó el piano desde que tenía 3 años. Durante su juventud experimentó algunos  éxitos como tecladista.

En un episodio fatal de envenenamiento por comida que casi le causa la muerte, del cual solo logró recuperarse cuatro años después, durante su convalecencia se dedica a estudiar y perfeccionar su trabajo con su primer sintetizador/secuenciador. Luego de su recuperación, comienza a focalizarse en una carrera como solista de música religiosa.

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Richard Souther

En 1994, Richard recibió el reconocimiento mundial por su revolucionario álbum Vision,  la música de Hildegard von Bingen, obteniendo  el premio Billboard Classical Crossover del año.

Souther descubrió la música de Hildergard investigando, cuando se encontró con la melodía titulada «In Leta Via»  experiencia sobre la cual comentó: «Fue como si se encendiera algo dentro de mi cuando la escuché por primera vez y sentí que tenía que plasmarla en una grabación y difundir su talento al mundo».

En la evolución de más de 800 años, Vision es una «obra colaborativa» entre dos artistas que jamás se conocieron. Vivieron en países diferentes y tiempos separados, hablaron idiomas distintos y confrontaron problemas diferentes en su día a día. Lo que une a estos dos talentos: Hildegard von Bingen y Richard Souther es la inspiración que ha guiado sus vidas. Se conocieron en el espacio de la música, un lugar fluido y creativo donde han convertido algo ancestral en algo nuevo. Vision es una obra de arte que conmueve, energetiza y alivia.

Emily Van Evera
Emily Van Evera

Vision es el resultado de un poderoso encuentro. Los interpretes aportan distintas perspectivas a sus tareas. La base fundamental es la música de Hildegard, interpretada a capella, sin ninguna alteración por Emily Van Evera, una reconocida soprano alemana que se especializa en la interpretación de música antigua; y la hermana Germain Fritz OSB, quien es la priora del Monasterio Walburga de la orden cisterciense en Elizabeth, New Jersey, USA.  Para ambas vocalistas fue un viaje en paralelo de descubrimientos. Para Van Evera, era llevar su arte a un plano diferente a la música académica. La hermana Germaine, tenía otras preocupaciones. ¿Aprobaría la Iglesia Católica esta aventura ?… ¿y como impactaría su vocación y su vida religiosa la realización de esta grabación?

Germain Fritz
Germain Fritz

En el medio, en una inmensa gesta de coordinación, Tony McAnany, el productor del disco, trabaja arduamente con las vocalistas y los coros que se encontraban en diferentes continentes y Richard Southern radicado en California. Los retos  para la producción de Visions fueron inmensos.

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Tony McAnany

Hay anéctodas en su desarrollo que parecen casi milagrosas, como la experiencia de la grabación de la pieza O Virga Ac Diadema en la cripta de la iglesia de arquitectura gótica St. Andrews Church en Toddington, Inglaterra; o el sorpresivo y armonioso sonido de las columnas que sostenían el techo de dicha cripta,  que al ser tocadas como si fuesen un instrumento de percusión, producían un vibrante y armonioso sonido lleno de misterio y misticismo, que era totalmente deconocido por el productor.

Los actores de esta «obra colaborativa» nunca trabajaron juntos. Cada uno grabó su parte en un lugar diferente del mundo. Richard Southern realizo los arreglos y ensambló la mezcla final de la pista con el conocido ingeniero acústico Erik Zobler, en su estudio de San Francisco, California.

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Erik Zobler

Richard Souther genialmente fusionó sus arreglos electrónicos con la música pura de Hildegard, utilizando el concepto creativo de los sonidos contemporáneos de la música pop y el world music que reinventan la sorprendente inmediatez, la belleza penetrante y el sublime espíritu del arte de Hildegard von Bingen. Milagrosamente… todo calzó perfecto.

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«Atravesando el muro de los tiempos, han quedado sus palabras, incluso su sonido y las imagenes de sus visiones»

Victoria Cirlot, (Barcelona, 1955) estudiosa española de la cultura y literatura medieval, filóloga, traductora y editora.