El espacio de trabajo de un escritor, o su «cuarto de escritura» siempre ha sido un tema fascinante y ha alimentado a través de los siglos las páginas de libros, periódicos, revistas y en nuestros días: blogs, películas y series de televisión. Es realmente un tema. Yo llamo ese espacio la «cueva creativa».

Transmitida en 1988, un año después de la muerte de Joseph Campbell, la serie «El poder del mito», fue una de las más populares de la televisión pública en los Estados Unidos, y continúa inspirando nuevas audiencias.
En 1985, el escritor y mitólogo americano Joseph Campbell se sentó con el legendario entrevistador y productor de televisión Bill Moyers y sostuvieron una larga conversación en el Rancho Skywalker de Gearoge Lucas en California. Esa conversación, que finalizó al año siguiente en el American Museum of Natural History en New York se convirtió en seis exitosos episodios de televisión y en el libro «The Power of Myth» – El poder del mito, la transcripción total de las más de veinticuatro horas de grabación. Allí, Campbell afirma:
Debes tener una habitación, o una hora más o menos al día, en la que no sepas lo que hay en los periódicos esa mañana, ni quiénes son tus amigos, las deudas que tienes, lo que alguien te debe. Este es un lugar donde simplemente puedes experimentar y sacar lo que eres y lo que podrías ser. Este es el lugar de la incubación creativa. Al principio, es posible que no ocurra nada allí. Pero si tienes un lugar sagrado y lo usas, eventualmente sucederá algo.
En una entrevista realizada a Ernest Hemingway en un café de Madrid en 1954, año en que recibió el Premio Nobel de Literatura, y publicada en The Paris Review, de la cual es cofundador, el periodista, escritor y editor americano George Plimpton, revela que:
Ernest Hemingway escribe en el dormitorio de su casa en el suburbio habanero de San Francisco de Paula. Tiene una sala de trabajo especial preparada para él en una torre cuadrada en la esquina suroeste de la casa, pero prefiere trabajar en su habitación, y sólo sube a la habitación de la torre cuando los «personajes» lo llevan allí arriba.
La habitación está en la planta baja y se conecta con la habitación principal de la casa. La puerta que separa los dos cuartos se mantiene entreabierta por un voluminoso libro titulado Motores de los aviones del mundo.
El dormitorio es grande, soleado, con las ventanas orientadas al este y al sur dejando entrar la luz del día que baña las paredes blancas y el piso de baldosas amarillas.
La estancia está dividida en dos espacios por un par de bibliotecas que llegan a la altura del pecho ubicadas en ángulo recto desde las paredes opuestas.
Una cama inmensa y baja domina una sección, zapatillas de gran tamaño y mocasines cuidadosamente dispuestos al pie de la cama. Sobre las dos mesitas de noche laterales se amontonan siete pisos de libros.
En la otra sección se encuentra un enorme escritorio de tope plano, con una silla a cada lado, en su superficie hay un «desorden ordenado» de papeles y recuerdos. Más allá, en el otro extremo de la habitación, hay un armario con una piel de leopardo en la parte superior. Las demás paredes están llenas de estanterías pintadas de blanco, de las cuales los libros se desbordan hasta el suelo, y se amontonan en la parte superior entre periódicos viejos, revistas de corridas de toros y montones de cartas atadas con gomas elásticas.
Es en la parte superior de una de estas estanterías abarrotadas, la que está contra la pared junto a la ventana del este y más o menos a un metro de su cama, es que Hemingway tiene su «escritorio de trabajo», un pie cuadrado de un área estrecha, rodeada de libros por un lado y, por el otro, un montón de papeles, manuscritos y panfletos cubiertos de periódicos.
Solo queda espacio suficiente encima de la estantería para una máquina de escribir, coronada por una tabla de lectura de madera, cinco o seis lápices y un trozo de mineral de cobre que utiliza como pisa papeles cuando sopla el viento desde la ventana este.
Destaca un hábito de trabajo que ha tenido desde el comienzo de su vida de escritor: Hemingway escribe parado. Se para, calzado de unas grandes pantuflas, sobre una desgastada alfombra de piel de antílope, de frente a la estantería que le llega a la altura del pecho. Allí es donde se encuentra la máquina de escribir del escritor y la tabla de lectura de madera llena de papel cebolla blanco.
Aqui puedes leer la entrevista completa.
The Paris Review es una revista literaria trimestral en inglés con sede en Nueva York, fundada en París en 1953 por Harold L. Humes, Peter Matthiessen, y George Plimpton.
Plimpton editó la revista durante 50 años, hasta su muerte en el año 2003. En sus primeros cinco años, The Paris Review publicó las obras de Jack Kerouac, Philip Larkin, V. S. Naipaul, Philip Roth, Adrienne Rich, Italo Calvino, Samuel Beckett, Nadine Gordimer, Jean Genet, y Robert Bly. Desde entonces, se ha convertido en uno de los medios principales para escritores emergentes y establecidos en el mundo. El editor actual de la revista es Lorin Stein.
La revista ha publicada una serie de gran prestigio, llamada «Writers at Work« – Escritores trabajando, que incluye entrevistas con personas como Ernest Hemingway, Truman Capote, Joan Didion, T. S. Eliot, Ralph Ellison, William Faulkner, Elizabeth Bishop, Vladimir Nabokov, Toni Morrison, Ian McEwan y Jorge Luis Borges. Esta serie ha sido calificada como «uno de los actos individuales más persistentes de la conversación cultural en la historia del mundo.»
https://www.theparisreview.org
A pesar de que cada escritor tiene sus peculiaridades y extravagancias sobre su «espacio para la escritura», en un artículo para el portal especializado «Writer’s & Artists» el escritor y dramaturgo Rib Davis, afirma que hay ciertas condiciones que son propicias para la productividad literaria y comparte su experiencia de más de 30 años y decenas de obras teatrales puestas en escena exitosamente.
El espacio ideal para escribir
En general, existe la coincidencia en que un escritor debería trabajar en un lugar donde las distracciones sean las mínimas. Algunos escritores de gran éxito han llevado esto al extremo de trabajar en un cobertizo o un trailer ubicado en el fondo del jardín, con solo la compañía de duendes.
El grado correcto de aislamiento
En la medida de lo posible, parece deseable un cierto grado de aislamiento, y en particular el aislamiento de las actividades familiares y las tareas domésticas. La concentración sostenida es extremadamente importante para cualquier tipo de trabajo creativo, y un espacio de trabajo adecuado ayuda a facilitarlo.
Relaciones domésticas cordiales
Una palabra sobre la educación de la familia. El compañero y / o los hijos de un escritor generalmente reconocerán y respetarán la necesidad del escritor de enfocarse en el trabajo. Pero hay ciertos puntos que necesitan aclaratoria: cuando se escribe, se toman descansos. Estos descansos pueden ocurrir por una variedad de razones. Tal vez ha alcanzado un objetivo provisional, o se ha quedado atascado, o tiene sed o simplemente esta cansado. Así que podría pararse y tocar el piano, regar el jardín o hacer una taza de café, y luego volver a la escritura con la mente más clara.
No hay problema —dice Davis— excepto que quien observa esto podría pensar que no importa que pierda la concentración después de todo. Esto puede ser un problema. Tiene que ser egoísta. Tiene que dejar en claro que usted puede romper su propia concentración en la medida que lo sienta necesario, pero eso no da a los demás luz verde para romper su concentración a medida que sientan la necesidad. de hacerlo. En este punto hay que ser inflexible.
Un espacio propio
Debe ser un espacio agradable, un lugar acogedor, donde se sienta cómodo y no oprimido. Esto significa que esté bien decorado en colores suaves, con el escritorio hacia una ventana, preferiblemente con una vista, y una temperatura que sea cálida pero que no induzca al sueño. El punto es que debería sentirse cómodo en él, debería sentirlo como su espacio.
Trabajando eficientemente
Escribir es, por supuesto, mucho más que simplemente teclear palabras en una página. También es pensar, investigar, planificar y finalmente hacer todo el trabajo administrativo relacionado con la venta y luego la publicación o producción del trabajo, ya sea a través de un agente o de otro modo. Por lo tanto, su espacio de trabajo debe ser capaz de acomodar todo esto también.
Dése tanta superficie de trabajo como sea posible, de modo que pueda consultar tantos materiales como necesite simultáneamente, e incluso pueda tener materiales a la mano para más de un proyecto a la vez. Y establezca un sistema de archivo eficiente desde el principio.
Mark Twain
Mark Twain vivió en Hartford, Connecticut desde 1871 hasta 1891 en una hermosa casa de estilo victoriano, hoy convertida en museo y desde 1962 catalogada como Lugar Histórico Nacional de los Estados Unidos
Allí escribió algunas de sus obras más famosas: La edad dorada, Las aventuras de Tom Sawyer, El príncipe y el mendigo, Vida en el Mississippi, Las aventuras de Huckleberry Finn, Un vagabundo en el extranjero y Un yanqui en la corte del Rey Arturo.
Stephen King
Stephen King aconseja en su libro Mientras escribo:
«Elimina las distracciones. En tu cuarto de escritura no debe haber teléfono, ni televisión ni video juegos, y si hay una ventana deberías de tener la vista hacia una pared blanca».
King utiliza una sencilla metodología para escribir bien: “Leo cuatro horas al día y escribo otras cuatro; si no encuentras tiempo para hacerlo, no podrás convertirte en un buen escritor”.
Su prolífica producción literaria, con ventas superiores a los 350 millones de ejemplares, constituye una de las obras más representativas del género de misterio y terror de la literatura estadounidense contemporánea.
Reside junto con su esposa, la también novelista Tabitha King, y sus tres hijos en Bangor, Maine, Estados Unidos.
Seguiremos a la búsqueda de los «espacios de escritura» de autores destacados y compartiremos con ustedes nuestros hallazgos en esta nueva sección.
La Cueva Creativa